El Misterioso Bosque de las Palabras



En un pueblo remoto, donde las palabras florecían como flores en primavera, vivía un niño llamado Lucho. Lucho era muy curioso y siempre tenía preguntas sobre todo lo que lo rodeaba. Un día, mientras jugaba en el bosque, encontró un camino desconocido que lo llevó a un lugar mágico llamado el Bosque de las Palabras.

"¡Guau! ¿Qué lugar es este?" - exclamó Lucho mientras avanzaba por el sendero.

A su alrededor, las palabras danzaban en el aire, cada una con un brillo especial. De repente, Lucho conoció a una palabra muy peculiar. Era —"banco" , que se veía triste.

"¿Por qué estás tan triste, Banco?" - preguntó Lucho.

"Porque nadie entiende que también puedo ser un lugar para sentarse, no solo una entidad financiera..." - suspiró Banco.

"Pero entonces, ¡necesitamos hacer algo!" - dijo Lucho, decidido.

Lucho propuso organizar un concurso en el Bosque de las Palabras, donde cada palabra podría explicar su significado. Las palabras comenzaron a reunirse y a tomar forma. En ese momento, apareció —"vela" , otra palabra inquieta.

"¡Vengo a participar!" - gritó Vela entusiasmada.

"Pero no se olviden de que yo también puedo ser una luz y algo que se consume al fuego. ¡Es un juego de significados!" - agregó Vela con una sonrisa.

La competencia comenzó con muchas palabras emocionadas. Un poco más adelante, Lucho se encontró con una dupla de palabras muy peculiares: —"sierra"  y —"sierra" . Una era un instrumento para cortar madera y la otra era una cadena montañosa.

"¡Sí! Por fin una forma de aserrar con esta sierra de montaña" - dijo la Sierra de la montaña.

"¡Oh no! ¡Yo hablo de cortar madera, no de hacer turismo!" - respondió la otra Sierra, nerviosa.

Lucho no podía contener la risa. ¡Era tan divertido ver a las palabras confundirse! Se le ocurrió una idea brillante:

"Tal vez deberíamos hacer un juego en el que cada uno tenga que presentar a su hermano. Así sabremos cuál es cuál." - sugirió Lucho.

Con esa idea, Lucho les enseñó a las palabras a cómo presentarse y a entender sus diferencias. La emoción creció cuando llegó el turno de —"banco" .

"Bueno, yo soy Banco y mi hermano es el que ayuda a la gente a ahorrar y a financiar cosas... pero también soy un lugar donde se puede descansar. ¡Sí, el banco en el parque!" - explicó con orgullo.

La sonrisa volvió al rostro de Banco. Luego llegó el turno de —"vela" .

"Soy la Vela de la luz. Puedo iluminar una habitación o encender un pastel, y también soy la que se consume, como los eventos de la vida, ¡y no me voy sin dejar una enseñanza!" - dijo con alegría.

Mientras el concurso avanzaba, Lucho vio que ya no habían palabras tristes. Todas se reían y entendían sus significados y los de los demás.

"Chicos, esto es genial. ¡Tal vez deberíamos hacer una fiesta en honor a todos los juegos de palabras!" - exclamó Lucho, lleno de ideas.

La fiesta fue un éxito, las palabras se mezclaban y jugaban diciendo chistes y anécdotas sobre sí mismas, cada una mejor que la anterior. El bosque resplandecía con risas y comprensión.

Finalmente, mientras el sol se ocultaba, las palabras agradecieron a Lucho por haberles mostrado la importancia de conocerse a uno mismo y de las diferencias que pueden parecer confusiones.

"Gracias, Lucho. Has hecho del Bosque de las Palabras un lugar más alegre" - dijo Banco emocionado.

Y así, el niño que se encontraba perdido en su curiosidad se convirtió en el héroe del Bosque de las Palabras, aprendiendo y enseñando sobre la polisemia y la homonimia, y sobre cómo cada palabra tiene su propia historia, creando un mundo de significados.

Lucho regresó a casa con una gran sonrisa de satisfacción, sabiendo que a veces, un poco de comprensión puede convertir cualquier confusión en un hermoso juego.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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