El Misterioso Bosque de los Colores



Era una soleada mañana en el pueblo de Cololín, donde cada casa tenía un color diferente, lo que lo hacía ver como un gran arcoíris. En el centro del pueblo, vivía una niña llamada Lila, que era conocida por su gran curiosidad y su amor por los colores. Lila era la única que no había visitado el famoso Bosque de los Colores, un lugar del que todos hablaban pero donde nadie se atrevía a ir. Se decía que en ese bosque los colores cobraban vida, pero que también había un dragón muy protector que no dejaba que nadie entrara.

Un día, Lila decidió que era hora de descubrir la verdad sobre el bosque. Con su cabello al viento, se despidió de su mascota, un pequeño y travieso loro llamado Pico.

"Voy a volver con historias increíbles, Pico!" - le dijo Lila, llena de entusiasmo.

Así que, sin pensarlo dos veces, se adentró en el Bosque de los Colores. Al entrar, se encontró con árboles que tenían ramas azules y hojas moradas. Sin embargo, lo que más la sorprendió fue ver que las flores no solo eran hermosas, sino que, de repente, comenzaron a hablar.

"¡Hola!" - dijo una flor amarilla. "¿Eres nueva aquí?"

"Sí, vengo a conocer este lugar mágico" - respondió Lila, asombrada.

Mientras exploraba, Lila escuchó un ruido que parecía un ronquido fuerte. Un poco asustada, decidió investigar de dónde venía. De pronto, se encontró cara a cara con un dragón de escamas verde esmeralda.

"¡Alto!" - gritó el dragón. "¿Qué haces en mi bosque?"

"Vine a conocer el lugar, no quiero hacer daño. Soy Lila, y amo los colores" - explicó la niña, temblando un poco.

El dragón, que se llamaba Esmer, la miró fijamente.

"Muchos han venido, pero generalmente solo para disfrutar de lo que hay aquí y no respetar el bosque" - dijo, frunciendo el ceño. "Si demuestras que realmente te importan los colores, tal vez te deje seguir explorando."

Lila se sintió desafiada y comenzó a recoger basura que había en el bosque, explicando a Esmer por qué era importante cuidar el medio ambiente.

"Cada color necesita de su espacio para brillar, igual que nosotros" - dijo Lila mientras recogía. "Si no cuidamos de ellos, se apagarán."

Impresionado por la decisión y la perseverancia de Lila, Esmer decidió darle una oportunidad.

"De acuerdo, Lila. Pero debes resolver tres acertijos de colores para demostrar que mereces conocer los secretos del bosque" - dijo mientras sonreía.

Lila aceptó el desafío y el dragón comenzó con el primer acertijo:

"¿Qué color se forma al mezclar rojo y blanco?"

"¡Rosa!" - respondió Lila confiada.

Esmer sonrió y la llevó hacia un claro donde los colores danzaban juntos.

"Segundo acertijo: ¿Qué color ves cuando mires hacia el cielo en un día claro?" - preguntó Esmer.

"¡Azul!" - respondió Lila con alegría.

El dragón asintió, pero aún quedaba un último reto.

"Tercer acertijo: ¿Cuál es el color de la esperanza?"

"¡Verde!" - Lila exclamó sin dudar.

Esmer dejó escapar una pequeña risa y dijo:

"Has demostrado que te importan los colores y su mundo. Bienvenida al corazón del bosque."

Lila entró a un hermoso rincón lleno de colores vibrantes. Eso fue tan impresionante que no podía creer que existiera un lugar así.

"¡Es increíble!" - dijo Lila, absolutamente asombrada.

"Recuerda, Lila, los colores son importantes, al igual que el respeto por este lugar menospreciado por muchos. Siempre debes cuidarlos" - le dijo Esmer con seriedad.

Pasó un tiempo en el bosque, conociendo seres coloridos y aprendiendo sobre cómo cada color tenía una función en la naturaleza. Finalmente, llegó el momento de regresar a su hogar.

"Muchas gracias, Esmer. Prometo cuidar de los colores en mi pueblo" - le aseguró Lila. "Los colores deben vivir en armonía con su entorno, al igual que nosotros."

Al regresar a Cololín, Lila se convirtió en la embajadora de los colores y compartió sus experiencias con todos, creando conciencia sobre la importancia del medio ambiente. Y así, gracias a la valentía y tenacidad de una niña, el pueblo aprendió a cuidar y respetar la naturaleza a su alrededor, haciendo que cada color brillara aún más.

El bosque de colores no fue solo un lugar maravilloso, sino también un símbolo de armonía y respeto, destinado a ser cuidado por cada generación.

FIN.

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