El Misterioso Desayuno de la Escuela
Era un día soleado en la Escuela Primaria Arcoíris, y el profesor Pablo decidió sorprender a sus alumnos con un desayuno muy especial. Cuando los chicos entraron al aula, se encontraron con una larga mesa repleta de delicias misteriosas. -¡Vengan, chicos! -dijo el profesor con una sonrisa-. Hoy tenemos un desayuno diferente. Cada uno de ustedes tiene algo especial para comer.
Los niños, entusiasmados, comenzaron a observar su desayuno. Sofía tenía un delicioso vaso de leche, mientras que Juanito disfrutaba de un fresco zumo de naranja. Al lado, Lucas tenía un plato con huevos revueltos, y Valentina se relamía con su plato de frutas.
-¿De dónde viene todo esto? -preguntó Sofía, mirando a su alrededor.
-¡Esa es la aventura del día! -contestó el profesor-. ¿Están listos para descubrirlo?
Todos asintieron con entusiasmo.
El profesor Pablo tomó un libro grande que tenía en su escritorio y lo abrió. -Vamos a transformar esta comida en una historia. Imaginemos que cada alimento tiene su propio viaje. ¿Quién quiere empezar?
Lucas levantó la mano. -Yo voy a contar la historia de los huevos. Vienen de las gallinas de la granja de Doña Clara. Ella las cuida muy bien y les da mucho amor.
-¡Exacto! -dijo el profesor-. Las gallinas ponen los huevos, y luego los recolectan. Pero, ¿qué hay de la leche, Sofía?
-¡La leche viene de las vacas! -exclamó Sofía emocionada-. Ellas pastan en los campos verdes y luego la ordeñan en la granja.
-¡Muy bien! -aplaudió el profesor-. Cada vaso de leche nos cuenta la historia de la granja. ¿Y el zumo de naranja, Juanito?
-Puede que provenga de un hermoso naranjo en el huerto. -dijo Juanito con una sonrisa.- Las naranjas son dulces y crecen en los árboles.
-¡Correcto! -añadió el profesor-. Las frutas nos dan energía para comenzar el día. ¿Y qué hay de las tostadas, Valentina?
-¡El pan viene del trigo que se cultiva en el campo! -respondió Valentina con entusiasmo. -Los campesinos cosechan el trigo y lo llevan al molino. Luego, hacen la masa y hornean el pan.
-Sí, así es -confirmó el profesor-. Y la mermelada, ¿de dónde proviene?
Los niños se miraron pensativos. -¡De las frutas también! -gritó Sofía-. Debe ser de fresas o ciruelas.
-¡Exacto! -dijo el profesor-. Las fresas se cultivan en huertos, y luego las transforman en mermelada. Todos los alimentos tienen un viaje que contar, pero hoy vamos a explorar algo más.
Con un gesto, el profesor hizo que los niños se sentaran más cerca. -Cada desayuno tiene un propósito especial. ¿Saben cómo podemos ayudar a los alimentos a llegar a nuestra mesa?
Los chicos pensaron. Lucas dijo: -Cuidando el medio ambiente. Plantando más árboles y cultivando nuestras propias frutas.
-¡Buena idea! -respondió el profesor-. Eso nos ayudará a tener alimentos frescos y ricos. Pero ¿qué más?
-¡No desperdiciando comida! -exclamó Juanito.
-Muy bien, Juanito. Cada bocado cuenta una historia y no debemos olvidar su valor. ¿Ustedes creen que podemos hacer algo en la escuela para ayudar?
Sofía tuvo una idea. -Podríamos reciclar los restos de comida y hacer compost. Así ayudamos a que más plantas crezcan.
-¡Eso es increíble! -dijo el profesor-. Si ayudamos al planeta, también ayudamos a que más alimentos lleguen a nuestra mesa. Pero todavía hay un giro en la historia.
Los niños lo miraron con curiosidad. -¿Qué giro? -preguntó Valentina.
El profesor se inclinó hacia ellos. -Descubrimos que en el mundo hay niños que no tienen acceso a un desayuno tan rico. ¿Qué podríamos hacer para ayudar?
-¡Podríamos recoger alimentos y llevarlos a los que los necesitan! -dijo Sofía con entusiasmo.
-¡Esa es una gran idea! -dijo el profesor. Fijemos un día de recolección. Hoy les enseñé de dónde vienen nuestros alimentos y de paso, aprenderemos a compartir.
Los niños aplaudieron emocionados. -¡Sí, vamos a ayudar a otros! -gritaron.
El desayuno misterioso se convirtió en una lección inolvidable. Al finalizar, los chicos se sintieron inspirados no solo por los sabores, sino también por las historias que cada alimento contaba. La importancia de cuidar el medio ambiente y ayudar a los demás les motiva a hacer una diferencia, todos juntos, desde la escuela.
Así que, cuando empezaron a comer, sabían que ese desayuno era más que un festín; era un símbolo de unión, solidaridad y responsabilidad hacia el mundo que los rodea.
FIN.