El misterioso guardián del castillo
Hace mucho tiempo, en un lejano reino, existía un castillo encantado que estaba custodiado por un dragon misterioso. En cada noche de luna llena, el dragón salía de su guarida para recorrer los alrededores del castillo, manteniendo a salvo a todos los que vivían en el reino.
Los habitantes del reino solían temer al dragon por su aspecto intimidante, pero en realidad, él era un guardián amable y protector. Un día, un valiente niño llamado Martín decidió descubrir la verdad sobre el dragón y se adentró en el bosque para encontrar al misterioso guardián.
Mientras Martín exploraba el bosque, escuchó un rugido escalofriante a lo lejos. Decidido, siguió el sonido y finalmente llegó al pie de una imponente montaña donde se encontraba la guarida del dragón. Para su sorpresa, el dragón no lo atacó, sino que lo miró con curiosidad.
- Hola, ¿quién eres tú? - preguntó Martín con voz temblorosa.
- Soy el guardián de este castillo y de todo el reino. ¿Qué te trae por aquí, niño valiente? -respondió el dragón con una voz profunda.
Martín le contó al dragón que quería demostrar a todos en el reino que él era un protector amable, y no una bestia aterradora. Impresionado por la valentía del niño, el dragón le propuso un desafío: encontrar una flor mágica que solo crecía en las cimas más altas de la montaña. Martín aceptó el desafío y emprendió la peligrosa escalada. Después de enfrentar muchos obstáculos, finalmente encontró la flor mágica y regresó al dragón.
El dragón, emocionado, le explicó que esa flor tenía el poder de sanar los corazones temerosos y enseñarles a ver la bondad en los demás. Juntos, el dragón y Martín llevaron la flor al castillo y la plantaron en el jardín principal. Pronto, todos en el reino se maravillaron con la belleza y el poder de la flor mágica, y comprendieron que el dragón siempre había sido su valiente protector. Desde ese día, el reino vivió en armonía, con el dragón como su guardián y amigo.
FIN.