El misterioso jardín de la amistad



En el jardín N48, un lugar lleno de colores y risas, las infancias se preparaban para vivir su primer día de clases.

La maestra Clara los recibió con una sonrisa cálida y les dijo: "¡Bienvenidos al jardín! Hoy será un día muy especial lleno de juegos, aprendizaje y nuevas amistades". Los niños estaban emocionados y curiosos por descubrir todo lo que les esperaba en ese nuevo mundo.

Entre ellos estaba Martina, una niña tímida pero llena de energía, que miraba a su alrededor con ojos brillantes. "Hola Martina, ¿cómo te llamas?" preguntó Juan, un niño travieso con pecas en la nariz. "Me llamo Martina. ¿Y tú?" respondió ella tímidamente. "Yo soy Juan.

¡Vamos a jugar juntos!" exclamó Juan emocionado. La maestra Clara los invitó a sentarse en ronda y comenzaron a cantar canciones divertidas.

Martina se animó a participar poco a poco, mientras que Juan saltaba y bailaba sin parar. De repente, la puerta se abrió de par en par y entró un personaje misterioso vestido de payaso.

Todos los niños gritaron sorprendidos, pero el payaso los tranquilizó diciendo: "¡No teman! Soy Tito el payaso amigo, vine a hacerlos reír y jugar". Tito sacó malabares coloridos y empezó a hacer trucos impresionantes que dejaron boquiabiertos a todos los presentes. Los niños reían a carcajadas y aplaudían emocionados.

"¿Les gustaría aprender algunos trucos de magia?" preguntó Tito con una sonrisa pícara. "¡Sííí!" gritaron los niños entusiasmados. Tito les enseñó cómo hacer aparecer pañuelos mágicos de sus manos e incluso logró sacar conejos de peluche detrás de las orejas de algunos pequeños asombrados.

El día pasaba volando entre juegos, cuentos encantados y manualidades creativas.

Los niños descubrieron que en el jardín N48 podían ser ellos mismos, expresar sus ideas libremente y sobre todo ¡divertirse como nunca antes! Al finalizar la jornada, la maestra Clara reunió a todos en círculo para despedirse hasta el día siguiente. "Hoy fue un día maravilloso", dijo Clara con ternura. "Recuerden siempre ser amables unos con otros, aprender juntos y nunca dejar de soñar".

"¡Gracias por este hermoso día!", exclamaron los niños felices. Martina miró a su alrededor sintiéndose parte de algo especial; había encontrado nuevos amigos, descubierto su valentía interior y aprendido que cada día era una aventura por vivir.

Así terminó el primer día de clases en el jardín N48; un comienzo lleno de magia, risas e inspiración para todas las infancias que allí habían llegado dispuestas a crecer juntas en amor y alegría.

FIN.

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