El misterioso jardín de las flores que brillan
Era una noche clara en el pequeño pueblo de Flores, donde un niño llamado Tomás vivía con su fiel perro, Rolo. Tomás siempre había escuchado historias sobre un jardín mágico que se iluminaba bajo la luz de la luna, pero nunca había tenido el valor de buscarlo. Esa noche, una curiosidad inmensa lo empujó a salir de su casa con Rolo a su lado.
"¿Vamos a descubrir el jardín esta noche, Rolo?" - preguntó Tomás emocionado, al tiempo que le daba una suave palmada en la cabeza a su perro.
Rolo, con su cola moviéndose en señal de aprobación, ladró entusiasmado. Así comenzó su aventura. Caminando por las calles del vecindario, Tomás recordó las historias que su abuela le había contado.
"Dicen que las flores del jardín mágico pueden brillar como estrellas cuando la luna está llena. ¿Te imaginas eso, Rolo?" - comentó Tomás mientras avanzaban.
Después de un rato, se adentraron en el bosque que bordeaba el pueblo. La luna iluminaba el camino, y las sombras de los árboles danzaban a su alrededor.
"¿Y si nos encontramos con un mago?" - dijo Tomás entre risas. "Espero que sea un mago bueno y me conceda un deseo." -
Rolo ladró como si estuviera de acuerdo, pero pronto el silbido del viento comenzó a sonar, y una sensación de inquietud se apoderó de Tomás.
"Tal vez deberíamos volver, Rolo…" - murmuró sintiéndose un poco asustado. Pero la emoción de descubrir el jardín lo mantenía en pie.
Tras un rato de búsqueda, finalmente llegaron a un claro en el bosque. Allí, ante sus ojos, se encontraba el jardín más hermoso que jamás habían visto. Las flores brillaban con colores vibrantes, cada una resplandeciendo con una luz propia.
"¡Mirá, Rolo!" - grito Tomás. "¡Es real! ¡El jardín mágico!" -
El perro, emocionado, dio vueltas entre las flores, ladrando con alegría. Pero de repente, sintieron un suave murmullo entre las hojas. Una figura apareció entre las flores: era una anciana con una larga túnica, que sonreía con amabilidad.
"Hola, pequeños aventureros. Bienvenidos a mi jardín. Soy la Guardiana de las Flores" - dijo la anciana con voz suave.
"¿Usted es una maga?" - inquirió Tomás, sus ojos brillando de asombro.
"Sí, pero no una maga como en las historias. Mi magia proviene del amor y el cuidado que pongo en estas flores. Cada una de ellas tiene una historia, así como ustedes." -
Tomás, intrigado, miró a su alrededor. "¿Podemos aprender sobre ellas?" -
La anciana asintió. "Claro, pero también deben aprender a cuidar y respetar la naturaleza. Lo que brilla en este jardín es el resultado de mi dedicación. ¿Quieren ayudarme a regar las flores?" -
Con entusiasmo, Tomás y Rolo comenzaron a ayudar. Mientras regaban, la anciana les contó sobre cada tipo de flor y su significado. Aprendieron que algunas simbolizaban la amistad, otras el respeto y algunas la gratitud.
Después de un tiempo, la anciana miró a Tomás y Rolo.
"Hicieron un gran trabajo esta noche. Les agradezco. Por eso, quiero concederles un deseo. Piénsenlo bien, porque debe ser algo que beneficie a otros." -
Tomás se quedó pensando. Había estado a punto de pedir un deseo para sí mismo, pero recordó a sus amigos y cómo amaban jugar en el bosque.
"Quiero que este jardín sea un lugar donde todos los niños del pueblo puedan venir a aprender y disfrutar de las flores. Que puedan cuidar de la naturaleza como nosotros hacemos esta noche." -
La anciana sonrió, visiblemente satisfecha. "Un deseo noble. Así será. Regresen siempre que quieran, y cuenten esta historia a quienes se animen a cuidar lo que les rodea. ¡La naturaleza necesita de nuestro amor!" -
Tomás y Rolo se despidieron de la anciana con el corazón lleno de alegría. Regresaron a casa, pero esa noche, no solo habían descubierto un jardín mágico; también habían aprendido una lección invaluable sobre el amor a la naturaleza y la importancia de compartirlo con los demás.
Desde aquel día, cada vez que la luna brillaba en el cielo, Tomás y Rolo volvían al jardín, llevando a más amigos, enseñándoles a cuidar y respetar la belleza que les rodeaba. Así, el jardín se convirtió en un rincón especial para todos, donde las flores brillaban y los corazones se llenaban de amor por la naturaleza.
FIN.