El misterioso Krampus y el verdadero significado de la Navidad



Natalia y Lili eran dos hermanas que, a diferencia de muchos, no compartían la emoción de la Navidad. Para ellas, era solo una época de luces molestas, canciones repetitivas y reuniones familiares que les resultaban aburridas.

Una noche, mientras compartían su desdén por las fiestas, escucharon un ruido extraño en el patio.

"¿Escuchaste eso, Lili?" - preguntó Natalia, asustada.

"Sí, y no quiero saber qué es. ¡Vamos a dormir!" - respondió Lili, tratando de ocultar su miedo.

Ambas se metieron en la cama, pero el sonido no cesaba. Era un crujido sincronizado como si alguien estuviera caminando por la nieve.

"¿Crees que podría ser Krampus?" - bromeó Natalia, aunque en el fondo sabía que era un viejo cuento que solían escuchar de sus abuelos.

"Krampus no existe, ¡sólo es un invento para asustar a los chicos!" - replicó Lili, aunque su tono mostraba un poco de duda.

Sin más, se arropan y encendieron una lámpara, intentando olvidar el ruido. Sin embargo, de repente, la puerta de su habitación se abrió con un chirrido, y vieron una sombra al final del pasillo.

El corazón de Lili latía con fuerza. "No hay nada que temer, seguro es un gato..." - trató de convencerse. Pero cuando la sombra se acercó, se dieron cuenta de que era una figura peluda con cuernos y una gran sonrisa burlona.

"¡Hola, chicas! Soy Krampus, el monstruo de la Navidad. ¿Por qué tantas caras largas durante esta época festiva?" - dijo el monstruo con una voz profunda y juguetona.

"¡Porque la odiamos!" - gritaron a la vez Lili y Natalia.

"¿Odiar la Navidad? ¡Eso es un pecado en mi mundo!" - exclamó Krampus mientras sacudía su cola.

El monstruo, lejos de ser aterrador, comenzó a contarles historias de cómo había una vez un tiempo en que la Navidad significaba unión, alegría y compartir.

"Cuando era joven, ayudaba a Santa Claus a entregar regalos. Pero con el tiempo, muchos olvidaron el espíritu de estas fiestas. Y por eso, vengo a recordarles lo que es realmente importante" - dijo Krampus mientras hacía un gesto hacia una ventana.

De repente, la escena cambió y las chicas se encontraron volando por los aires, observando a diferentes familias en sus casas, compartiendo, riendo y amándose.

"Mirá, Lili. Esa familia no tiene mucho, pero están felices, compartiendo historias en lugar de regalos caros" - dijo Natalia, visiblemente conmovida.

"Es verdad. Nunca lo había pensado de esa manera" - concordó Lili.

Con cada historia, Krampus desmoronaba el odio que sentían por la Navidad. Las hermanas comenzaron a sentir calidez en sus corazones, recordando momentos de sus propias vidas en que la felicidad no dependía de la cantidad de regalos, sino de la compañía y el amor.

Finalmente, Krampus les dijo:

"Si cambian su perspectiva, la Navidad puede convertirse en una época maravillosa. Únanse a la celebración, y si no les gusta, siempre pueden volver a compartir su odio conmigo. ¡Yo estaré aquí!" - añadió mientras sonreía.

Al terminar su viaje, Natalia y Lili se despertaron en sus camas con los primeros rayos del sol de Navidad asomando por la ventana. Se miraron, sorprendidas por la revelación de la noche anterior.

"¿Te gustará la Navidad este año?" - preguntó Lili, sonriendo.

"Creo que sí. Tal vez podamos hacer algo especial para nuestros amigos y familia" - respondió Natalia, con la emoción burbujeando en su interior.

Así, las chicas decidieron preparar una fiesta con juegos, historias y sorpresas para todos. Cuando llegó la Nochebuena, se sintieron felices de invitar a todos sus seres queridos, iluminando el hogar con risas y amor. Ya no veían la Navidad como un peso, sino como una maravillosa oportunidad para crear recuerdos.

Y así, Krampus continuó su ronda por el mundo, recibiendo cartas de niños que también habían cambiado su perspectiva y comprendieron que la verdadera magia de la Navidad comienza en nuestros corazones.

Al final de la noche, Krampus se asomó a la ventana, sonriendo para sí mismo. "Quizás no soy tan malo después de todo…"

Y con un guiño, desapareció en la oscuridad, dejando atrás un aire de alegría y esperanza.

FIN.

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