El misterioso libro de la abuela



Era un miércoles de agosto y el sol brillaba intensamente en el cielo. Sin embargo, en mi casa, la oscuridad reinaba. Hoy, la luz se había ido y, aunque trataba de encontrar algo entretenido que hacer, no podía cargar mi celular ni ver la televisión.

Entonces, una idea brillante se iluminó en mi mente: -¡Voy a la casa de la abuela! - exclamé. Siempre que voy allí, ella tiene algo interesante que contarme.

Al llegar, noté que la puerta de la abuela estaba entreabierta. -¡Hola, abuela! - grité mientras entraba. Ella estaba en la cocina, preparando su famoso pastel de manzana.

-¡Hola, querido! ¿Qué te trae por aquí en un día tan soleado? - preguntó, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

-¡Se fue la luz en mi casa! No tengo nada que hacer.- le respondí, con un suspiro.

-¡Vaya! A mí me gusta aprovechar la falta de electricidad. Ven, ayúdame a hacer el pastel.- me invitó.

Mientras mesclábamos los ingredientes, mi abuela me contó historias de cuando era joven, y cómo ella y sus amigos se entretenían sin tecnología. -¿Sabías que había un tiempo en que no teníamos televisión? Nos reuníamos a contar historias y a jugar a la pelota afuera.-

-¡Qué divertido! ¿Por qué no hacemos algo así? - le propuse.

Mi abuela se iluminó: -¡Buena idea! Pero antes, tengo algo especial que mostrarte.-

Me llevó a su habitación y me mostró un viejo baúl lleno de libros polvorientos. -Estos son mis tesoros. Cada uno tiene una historia maravillosa.- dijo con entusiasmo.

-¿Podemos leer uno? - pregunté.

-¡Claro! Escoge el que más te guste.- me animó.

Después de un rato, decidí abrir un libro titulado "El ladrón de estrellas". Cuando empezamos a leer, nos sumergimos en un mundo fascinante, lleno de aventuras. El protagonista era un niño que viajaba por el cielo, robando estrellas para hacer que la noche fuera más bonita.

De repente, algo extraño sucedió. ¡Las luces del libro brillaban! -¿Lo ves, abuela? ¡Es como si brillara de verdad! - grité emocionado.

-Esto es curioso, nunca había visto algo así.- dijo mi abuela, también intrigada.

Decidimos seguir leyendo, y a medida que avanzábamos en la historia, las palabras parecían cobrar vida. -¡Mira, abuela! Estamos volando! - grité mientras nos imaginábamos en el cielo entre nubes y estrellas.

-¡Es una gran aventura! - replicó ella divertida. Pero, de repente, sentimos un temblor y, en un instante, nos encontramos afuera, en un paisaje astral lleno de estrellas brillantes.

-¿Dónde estamos? - le pregunté, asombrado.

-Esto debe ser parte de la historia. ¡Debemos encontrar al ladrón de estrellas! - dijo, con los ojos brillantes de emoción.

Así que nos aventuramos en la búsqueda del ladrón, enfrentando desafíos, ayudando a otros personajes en el camino.

Finalmente, encontramos al ladrón. Era un pequeño y travieso duende: -¡Hola, amigos! Estoy robando estrellas para traer felicidad a la gente. Pero a veces, me siento solo.- nos confesó.

-¡No te preocupes, podemos ayudarte! Las estrellas son más brillantes cuando las compartimos.- le dijo mi abuela.

Así que juntos decidimos devolver las estrellas al cielo, para que todos pudieran disfrutarlas.

Cuando lo logramos, ¡una lluvia de estrellas cayó sobre nosotros! -¡Gracias, amigos! - dijo el duende, y desapareció en un destello.

De repente, todo volvió a la normalidad y nos encontramos en la habitación de mi abuela, el libro cerrado sobre la mesa.

-¿Lo viste? ¡Fue increíble! - exclamé, mientras mi corazón seguía latiendo con fuerza.

-¡Es una de las aventuras más emocionantes que he tenido! Y todo gracias a un libro.- respondió ella con una risa.

-¡Vamos afuera a jugar a la pelota, como en tus tiempos! - le propuse, inspirado por nuestra experiencia.

-¡Qué buena idea, querido! La vida es más divertida cuando compartimos momentos juntos.- dijo mi abuela mientras nos dirigíamos al jardín.

Así que, aunque la luz se había ido, hicimos algo mucho más brillante: creamos recuerdos juntos, llenos de alegría y aventuras. Y descubrimos que la verdadera felicidad viene de conectarnos con quienes amamos y compartir momentos especiales.

Desde aquel día, siempre que la electricidad se va, sé que hay aventuras esperándome, especialmente con mi querida abuela.

Y así, juntos, exploramos el mundo que nos rodea, aprendiendo que la verdadera luz está en nuestros corazones.

.

FIN.

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