El Misterioso Mundo de la Información
En un pequeño pueblo llamado Pueblito Curioso, dos amigos inseparables, Bruno y Bahyron, se embarcaron en grandes aventuras. Eran conocidos por su curiosidad infinita y su deseo de aprender. Sin embargo, había un pequeño problema: siempre se quedaban con la primera información que encontraban.
Un día, mientras exploraban la biblioteca de la escuela, Bruno dijo emocionado:
"¡Mirá, Bahyron! Encontré un libro sobre dragones. Dice que pueden volar y que son de color verde brillante. ¡Deben existir de verdad!"
"¡No puede ser! Siempre quise conocer a uno. Vamos a buscar a esos dragones, ¡sería increíble!"
Así, con el corazón lleno de emoción, los chicos se pusieron en marcha, decididos a encontrar un dragón. Armaron una mochila con galletitas, agua y una linterna, y partieron hacia el bosque detrás de su casa. Sabían que allí podría haber magia.
Mientras caminaban, se encontraron con una anciana que los observaba desde un árbol. Ella, con una sonrisa en su rostro, les preguntó:
"¿A dónde van, jóvenes aventureros?"
"Vamos a encontrar un dragón verde brillante "contestó Bruno, entusiasmado.
La anciana frunció el ceño y respondió:
"¿Están seguros de que existen? La información que encuentran ¡puede no ser siempre cierta!"
"¡Por supuesto! Está escrito en este libro que encontramos" dijo Bahyron, mostrando el libro.
La anciana sonrió con amabilidad y les dijo:
"Yo misma solía buscar dragones. Pero aprendí que, a veces, lo que parece cierto no lo es. Les haré un trato. Si encuentran esa información de otros lugares, yo les ayudaré a estudiar lo que han aprendido. ”
Los chicos, intrigados, aceptaron el trato. Prometieron no confiar en la primera información y comenzaron a buscar más sobre dragones.
Regresaron a la biblioteca y buscaron en diferentes libros y en internet. Descubrieron un montón de cosas: que los dragones eran criaturas míticas, que algunas leyendas hablaban de ellos y otras de sus historias fantásticas. A medida que leían, se dieron cuenta que no todos los dragones eran buenos, ni todos los colores eran verdes.
"¡Wow! Hay dragones de todos los colores y formas; algunos son bonitos y otros no tanto", dijo Bruno, con los ojos brillantes de asombro.
"¡Y hay dragones que cuidan tesoros!" agregó Bahyron, emocionado.
Decidieron volver a buscar a la anciana y compartir el nuevo conocimiento que habían adquirido el día anterior.
"¡Mirá! Aprendimos muchas cosas nuevas sobre los dragones" explicó Bruno.
"¡Sí! Ahora sabemos que son seres de cuentos y la información que obtuvimos no era del todo cierta", añadió Bahyron con orgullo.
La anciana sonrió y dijo:
"Bien hecho, jóvenes. Aprender es un viaje, y a veces hay que ser pacientes y profundizar para encontrar la verdad. Ahora, ¿qué les gustaría hacer?"
"Nos gustaría ver a un dragón volar, pero sabemos que no existen, así que quizás podamos dibujarlo y contarlo desde nuestra imaginación", sugirió Bahyron.
La anciana aplaudió con alegría y dijo:
"Esa es una idea maravillosa. ¡Usen su imaginación y creen su propio mundo de dragones!"
Así, Bruno y Bahyron se sentaron juntos, tomaron lápices y comenzaron a dibujar dragones de todos los colores y formas, cada uno más mágico que el anterior. Y no solo eso, también escribieron cuentos sobre las aventuras de esos dragones en sus mundos de ensueño.
Los dos amigos descubrieron que al buscar más información, sus ideas crecieron y sus deseos de contar historias también. Con el tiempo, Pueblito Curioso empezó a llenarse de historias fantásticas que ellos mismos compartían con todos.
Conclusión:
Bruno y Bahyron aprendieron a ser curiosos y críticos, entendiendo que no toda información es igual. La búsqueda de la verdad es eterna y, sobre todo, compartieron la magia que puede existir cuando se alimenta la imaginación. Desde entonces, sabían que la información era como un tesoro oculto, y ser buscadores de verdad les llevaría a grandes aventuras.
FIN.