El Misterioso Parque Amistad
Érase una vez en un rincón bullicioso de la ciudad, un parque especial llamado Parque Amistad. Era un lugar lleno de risas, juegos y un aire mágico que hacía feliz a cada niño que lo visitaba. Pero un día, la tranquilidad del parque fue interrumpida por la llegada de una misteriosa nube oscura que traía consigo un problema que afectaba a toda la comunidad: la enferma tristeza.
Una tarde, mientras jugaban, Lucas, una niña llena de energía, y su amiga Vale, se dieron cuenta de que los demás niños del parque estaban muy callados.
- “¿Qué les pasó a todos? ”, preguntó Lucas, preocupada.
- “No lo sé, parece que han perdido sus sonrisas”, respondió Vale, mirando alrededor.
Determinaron que debían hacer algo, así que se acercaron a la mesa de juegos donde estaban sentados todos los niños, con caras largas y desanimadas.
- “¡Hola a todos! ”, exclamó Lucas. “¿Por qué están tan tristes? ”
- “Es que hemos estado pensando en que ya no podemos jugar como antes”, murmuró Teo. “La nube está en el parque y nos hace sentir mal”.
- “¡Eso no puede ser! ” gritó Vale. “No podemos dejar que una nube nos robe nuestra alegría”.
Las dos amigas comenzaron a pensar en una forma de recuperar la felicidad del parque. Recordaron las historias que les contaban sus abuelos sobre los antiguos guardianes del parque, que habían logrado vencer a la tristeza y la oscuridad con su alegría y amistad.
- “Tal vez podamos hacer un gran evento”, sugirió Lucas. “Podemos invitar a todos los vecinos y hacer una fiesta en el parque”.
- “¡Sí! Una fiesta con juegos, música y pastel, así todos podremos divertirnos y olvidarnos de la nube”, contestó Vale entusiasmada.
Así, hicieron carteles y corrieron de casa en casa invitando a todos. La noticia de la fiesta comenzó a circular y, poco a poco, los rostros de todos se iluminaron. La noche antes del gran día, decidieron hacer una reunión en la casa de Vale para planear todo.
- “¡Tengo una idea brillante! ”, dijo Lucas con una sonrisa. “Podemos hacer un baile de la alegría. Todos podemos inventar pasos divertidos y celebrar la amistad”.
- “Y también podemos contar historias y hacer un show de talentos”, agregó Vale. “Así todos podrán mostrar sus habilidades”.
El día de la fiesta llegó, y el parque se llenó de color, música y risas. Los niños se unieron a sus familias, y las sonrisas comenzaron a regresar. La nube oscura comenzó a moverse, sorprendida ante tanto amor y alegría.
Mientras todos bailaban al ritmo de la música, la nube de tristeza empezó a desvanecerse.
- “¿Ves eso, Vale? ¡Nuestra alegría está cambiando todo! ”, gritó Lucas.
- “¡Sí! ¡La nube no tiene poder aquí! ”, respondió Vale, rodeada de amigos.
Al final de la fiesta, cuando todos estaban sentados alrededor de una gran mesa disfrutando de la merienda, algo increíble sucedió. De repente, se escuchó un suave estallido entre los árboles y una lluvia de coloridas burbujas comenzó a caer del cielo.
- “¡Son burbujas de felicidad! ”, gritó Teo, mientras todos reían y corrían para atraparlas.
- “Parece que la nube ha entendido que la amistad y la diversión son más fuertes que la tristeza”, exclamó Lucas.
Desde ese día, el Parque Amistad nunca volvió a estar triste. Todos los niños aprendieron a cuidar su hogar, y cada vez que veían que alguien no sonreía, allí estaban Lucas y Vale, listos para recordarles que juntos, siempre podían superar cualquier nube oscura.
Y así, en ese rincón bullicioso de la ciudad, el Parque Amistad se convirtió en un símbolo de alegría y unidad, donde la amistad siempre triunfaba por sobre la tristeza.
FIN.