El misterioso pez de hierro
Emanuel era un niño curioso y valiente que vivía en la selva misionera. Un día, mientras pescaba en el río Paraná, logró atrapar un pez muy extraño. Al sacarlo del agua, se dio cuenta de que era mitad hierro y mitad pez normal, algo que nunca había visto antes. Intrigado, decidió llevarlo a su casa y cuidarlo en un pequeño estanque.
Al pasar los días, Emanuel notó que el pez no se comportaba como los demás. Emitía destellos de luz y, cuando se acercaba a él, sentía una extraña energía. Decidido a descubrir el misterio que envolvía a su nuevo amigo, el niño pasaba horas observándolo y aprendiendo sobre los peces y la naturaleza de la selva junto a su abuelo, que era un experimentado pescador.
Un día, un señor muy sabio de la comunidad indígena les contó que, según una antigua leyenda, el río Paraná protegía a un pez mágico que poseía la capacidad de sanar a los seres vivos que se acercaran a él con sinceridad y bondad en su corazón. Emanuel, emocionado, comprendió que su hallazgo era único y especial.
Decidió cuidar al pez con amor y dedicación, creando un espacio especial para él. Con el tiempo, las personas de la comunidad empezaron a acercarse al estanque en busca de la mágica energía que emanaba del pez de hierro. Emanuel les contó la historia y todos se maravillaron.
La bondad de Emanuel y su conexión con la naturaleza se volvieron ejemplo en la comunidad. El niño aprendió que, a veces, en los lugares más inesperados, podemos encontrar regalos especiales que nos enseñan lecciones valiosas. El pez mágico se convirtió en un símbolo de la importancia de cuidar la naturaleza y de la belleza de la empatía y la bondad hacia los demás.
FIN.