El Misterioso Río de Colores



Era una mañana soleada en el Parque Arcoíris, un lugar mágico donde las familias venían a jugar, explorar y disfrutar de la naturaleza. En un rincón del parque, había un viejo puente de madera que cruzaba un río brillante, que según decían los abuelos del barrio, tenía el poder de mostrar colores mágicos en sus aguas.

Una familia, compuesta por mamá Clara, papá Diego y sus dos hijos, Lucas y Sofía, decidió pasar el día en el parque. Mientras jugaban a las escondidas, Sofía se detuvo intrigada frente al viejo puente.

"¡Mamá! ¿Podemos ir a ver el río?" - preguntó emocionada.

"Está bien, pero cuídense mucho cerca del agua" - respondió mamá Clara mientras seguía jugando con papá Diego y Lucas.

Cuando llegaron al puente, Lucas miró hacia el río y notó algo extraño.

"¿Ves esos colores? Parece que el agua tiene arcoíris" - dijo, señalando los destellos.

"¿Serán de verdad o es sólo nuestra imaginación?" - se preguntó Sofía.

No lograban decidirlo y decidieron preguntar a un anciano que se encontraba cerca, sentado en una banca.

"Disculpe, señor. ¿Por qué el río brilla de colores?" - preguntó Lucas.

El anciano sonrió y dijo:

"Ah, ese es el misterio del río de colores. Se dice que quienes tienen un corazón puro pueden ver su verdadera belleza. Algunos años atrás, este río guardaba un secreto muy especial. ¿Quieren saberlo?"

Los chicos asintieron con la cabeza, con los ojos llenos de curiosidad.

"Hace muchos años, una familia de duendes vivía en la ladera de esa colina. Eran los encargados de cuidar el río y mantenerlo limpio. En agradecimiento a los buenos actos de los niños del pueblo, decidieron mostrarles su magia a través de los colores del agua" - explicó el anciano.

Y agregó:

"Pero un día, los duendes se sintieron tristes porque nadie venía a jugar o a cuidar el parque. Así que decidieron ocultar su magia y hacer que el río perdiera su color".

Lucas y Sofía miraron al agua, tratando de imaginar lo que había pasado. Sofía tuvo una idea brillante:

"¿Y qué pasaría si nosotros jugásemos y cuidáramos el parque? Tal vez esos duendes nos volverían a mostrar su magia".

"¡Eso es!" - exclamó Lucas llenándose de energía. "Prometámosle a ese río nuestro compromiso de cuidar el parque y jugar aquí todos los días".

Mamá Clara y papá Diego llegaron justo en ese momento, oyendo las palabras de sus hijos.

"¿De qué se trata esto?" - preguntó papá Diego.

"Queremos cuidar el parque y prometemos jugar aquí siempre. Así podremos ver el río de colores de nuevo".

Los padres sonrieron:

"Es una idea hermosa. Pero recuerden que cuidar el parque es también recoger basura, regar las plantas y mantenerlo limpio para todos".

Así que, por el resto del día, la familia decidió jugar y al mismo tiempo hacer pequeñas cosas para cuidar el parque. Recolectaron basura, plantaron algunas semillas y regaron las flores. Al caer la tarde, cuando regresaron al puente, algo increíble sucedió. El agua del río comenzó a brillar más intensamente.

"¡Miren! Está más colorido" - gritó Sofía.

Los colores danzaban en las aguas, ¡era un espectáculo maravilloso!"¿Ves? Hemos hecho algo bueno, y los duendes nos han escuchado" - dijo Lucas emocionado.

Desde aquel día, la familia no solo venía a jugar al parque, sino que también se convirtió en su guardiana. Y con cada acción bondadosa, el río de colores se llenaba de vida y magia.

Así aprendieron que cuidar la naturaleza no solo hace felices a los seres mágicos, sino también a todos. Y cuando el día llegaba a su fin, siempre prometían volver al parque.

FIN.

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