El Misterioso Robo de la Merienda



Era un día soleado en la escuela primaria "Los Aventureros". Los niños estaban emocionados porque habías llegado el viernes, el día de la merienda especial. Pero, al llegar la hora, un gran alboroto se desató en el patio. La maestra Marta, que siempre traía su famosa torta de frutas, no la había traído.

"¿Dónde está la torta de la seño Marta?" - preguntó Lucas, un niño curioso con un gran corazón.

"No lo sé, pero tengo un mal presentimiento" - respondió Ana, su mejor amiga.

Los dos decidieron que algo no estaba bien. Entonces, Lucas dijo:

"¡Vamos a investigar! Tal vez alguien se haya llevado la torta. ¡Podemos ser detectives!"

Ana, emocionada, asentó con la cabeza. Juntos, comenzaron su misión de detectives. Lo primero que hicieron fue interrogar a sus compañeros.

"¿Viste lo que pasó con la torta, Juli?" - preguntó Lucas a Julián, un chico que siempre estaba cerca del kiosco.

"No, pero escuché que Sofía tenía una bolsa extraña..." - respondió Julián.

"¿Una bolsa extraña?" - preguntó Ana, intrigada. "¡Eso podría ser una pista!"

Los dos corrieron hacia Sofía, una chica que era conocida por llevar cosas raras.

"Hola Sofía, ¿qué llevás en esa bolsa?" - inquirió Lucas, tratando de parecer muy serio.

"¡Es mi colección de piedras y semillas!" - dijo Sofía, mostrando su buscador de tesoros.

"Pero, ¿no tenías otra bolsa? La que parecía más grande?" - preguntó Ana.

Sofía hizo una pausa y luego recordó:

"¡Ah! Sí, la bolsa de hoy la dejé en mi casa porque estaba pesada. No tenía ganas de cargarla."

Ana y Lucas se miraron, había algo más detrás de esta historia. Decidieron ir a la sala de arte donde Sofía había estado trabajando antes de la merienda.

Cuando llegaron, hicieron preguntas a La seño Clara, quien les dijo:

"Yo vi algo raro. Un chico llamado Diego salió corriendo de aquí unos minutos antes de que comenzara el recreo, y parecía tener prisa..."

"¿Diego?" - dijeron Ana y Lucas al unísono.

"¡Vamos a buscarlo!" - exclamó Lucas.

Corrieron hacia el patio donde encontraron a Diego jugando al fútbol. Lucas se acercó con cautela:

"Diego, ¿te vi pasar por la sala de arte antes de la merienda? ¿Tenías algo en las manos?"

Diego, con un aire nervioso, contestó:

"No recuerdo… Solo tengo el balón."

Ana pensó un momento y recordó algo que había escuchado.

"Pero Diego, vos te gusta la torta de la seño Marta… ¿No?"

Diego, sudando, asintió con la cabeza. En ese momento, escucharon un fuerte ruido proveniente de detrás de un arbusto cercano. Rápidamente, los tres se acercaron y encontraron a Sofía que tenía en sus manos un plato vacío que había escondido.

"¡Sofía! ¿Qué hacés con eso?" - preguntó Lucas, sorprendido.

Sofía miró hacia abajo, avergonzada.

"Lo siento, chicos. La seño Marta le dijo a mi mamá que me dejara probar su torta. No pensé que nadie se daría cuenta. Solo quería compartirla con ustedes, pero no estaba segura si les gustaría..."

Ana, con una sonrisa, dijo:

"La torta de la seño Marta es deliciosa, ¡siempre nos gusta! Pero deberías habernos preguntado, Sofía. Si hubieras compartido la merienda, todos habríamos disfrutado juntos."

Diego, todavía un poco dudoso, reflejó su arrepentimiento:

"Lo siento, Sofía. Podríamos haber compartido y no haber causado un alboroto. Sería genial hacer eso más seguido."

Así, los tres decidieron, junto a Lucas y Ana, que a partir de ese día siempre llevarían algo para compartir durante la merienda. La seño Marta, al enterarse de lo que había sucedido, se comprometió a dejar una torta más para el próximo viernes.

El día se convirtió en una emocionante experiencia de unión donde todos aprendieron a ser más honestos y compartir. Desde ese día, la merienda en la escuela se llenó de risas, historias y por supuesto, ¡mucha torta! Y así concluyó la aventura de los pequeños detectives.

FIN.

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