El Misterioso Ruido de la Selva
Era una noche estrellada en la selva. El conejo, el zorro y el lobo estaban disfrutando de una noche de juegos. Mientras saltaban entre los árboles y se reían, de pronto, un extraño ruido resonó en la oscuridad.
"¿Escucharon eso?" - dijo el conejo con voz temblorosa.
"Sí, es un sonido raro. ¡Me da un poco de miedo!" - añadió el zorro, con sus ojos brillando de curiosidad.
"No se preocupen, amigos. Vamos a averiguar de dónde viene ese ruido" - afirmó el lobo, con su voz profunda y segura.
Intrigados, decidieron seguir el sonido. A medida que avanzaban, el ruido se volvía más claro, pero también más extraño. Era un mezclado de trinos, susurros y ruidos de hojas.
"¿Qué pensás que podría ser?" - preguntó el conejo, saltando de emoción y nervios.
"Tal vez sea un pájaro raro que canta por la noche" - sugirió el zorro, imaginando un ave mágica.
Siguieron adelante hasta llegar a un claro donde encontraron un grupo de animales bailando alrededor de un gran árbol. El árbol parecía vibrar con la música de la selva.
"Mirá, ¡son ellos!" - exclamó el lobo, señalando a los animales.
"¿Por qué no nos invitan a jugar?" - se preguntó el conejo.
"Quizás estaban esperando a que nosotros llegáramos" - dijo el zorro, muy entusiasmado.
Los tres amigos decidieron unirse a la diversión, y mientras bailaban, uno de los animales se acercó y les explicó:
"Este ruido que escucharon es el canto del árbol mágico de la selva. Cada noche, llama a todos los animales a celebrar juntos. ¡Nos alegra que hayan venido!"
El conejo, el zorro y el lobo se unieron a la fiesta, riendo y disfrutando de la compañía de nuevos amigos. En medio de la celebración, el conejo tuvo una gran idea.
"¡Podríamos hacer una fiesta todos los meses! Así, más amigos de la selva podrán conocer el canto del árbol y ser parte de esto."
"¡Me encanta!" - dijo el zorro, moviendo la cola con alegría.
"Sí, sería genial compartir la magia de la selva" - agregó el lobo, mirando a su alrededor con una sonrisa.
Después de varias horas de baile y diversión, llegó el momento de despedirse.
"Gracias por dejarnos ser parte de esto. Nunca olvidaremos esta noche" - dijo el conejo.
"¡Y la próxima vez, traeremos más amigos!" - añadió el zorro.
"Así la fiesta será aún más divertida" - concluyó el lobo.
Desde aquel día, los tres amigos hicieron de la fiesta bajo el árbol mágico una tradición. Conocieron a muchos otros animales de la selva y aprendieron que, a veces, los ruidos misteriosos pueden llevarte a aventuras maravillosas. Y así, cada noche, el canto del árbol resonaba en la selva, un recordatorio de la magia de la amistad y la alegría de descubrir lo desconocido juntos.
La selva, siempre llena de sorpresas, nunca volvió a parecer la misma. Y lo mejor de todo, el conejo, el zorro y el lobo aprendieron que el miedo a lo desconocido se convierte en alegría cuando se enfrenta en compañía de buenos amigos.
FIN.