El Misterioso Sonido del Zorro
En un pequeño pueblo llamado Arco Lote, vivía una niña llamada Wendy. Wendy era muy curiosa y tenía un amor especial por la música. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, escuchó un extraño sonido. Era como si alguien estuviera tocando un xilófono, pero no podía ver a nadie.
"¿Qué será ese sonido tan lindo?" - se preguntó Wendy.
Decidida a descubrir su origen, Wendy se adentró en el bosque. Caminó y caminó hasta que de repente, se encontró con un zorro de colores brillantes.
"Hola, pequeño zorro. ¿Eres tú quien toca el xilófono?" - preguntó Wendy, emocionada.
"No soy yo, pero sé quién es." - respondió el zorro con una sonrisa traviesa.
"¿De verdad? ¿Me lo podrías contar?" - dijo Wendy, ansiosa por saber más.
El zorro, que se llamaba Zufi, decidió ayudarla. "Sigue mi cola y te llevaré a quien toca esa hermosa música. Pero primero, tienes que resolver una adivinanza."
Wendy aceptó el desafío. Le encantaban las adivinanzas. Zufi le dijo: "Soy más rápido que un río, más pequeño que un árbol, y aunque no me veas, siempre estoy cerca de ti. ¿Qué soy?"
Wendy pensó por un momento y luego exclamó: "¡El viento!"
"¡Correcto! Ahora sigamos!" - dijo Zufi, saltando con alegría.
Wendy y Zufi continuaron su camino hasta que llegaron a una zona despejada del bosque, donde había una antigua iglesia. Enfrente de la iglesia, había un grupo de animales reunidos.
"¿Qué pasa aquí?" - preguntó Wendy, viendo a un búho, a un ciervo y a varios conejos.
"Estamos organizando un concierto, pero nos falta un músico que toque el xilófono. Nadie sabe dónde encontrarlo." - dijo el búho, que se llamaba Don Pío.
Wendy tuvo una idea brillante. "¿Y si hacemos nuestro propio xilófono? Podemos usar cosas que encontremos aquí, en el bosque. Tengo un par de zapatos viejos que se ven como campanas, y si buscamos ramas y piedras, podríamos crear uno."
Todos los animales miraron a Wendy con esperanza.
"¡Esa es una idea genial!" - dijo el ciervo.
Wendy y sus nuevos amigos comenzaron a recolectar materiales. Usaron las ramas para hacer la base y las piedras para hacer las notas. Zufi ayudó a encontrar las mejores piedras que sonaban al golpearlas. Todos trabajaron juntos, cantando y riendo.
Finalmente, lograron construir un xilófono improvisado. Estaba hermoso y resonaba de maravilla. Wendy se sentó frente a él, emocionada.
"¡Voy a tocar una canción!" - exclamó.
Al principio, dudaba de su habilidad, pero al comenzar a tocar, dejó que la música fluyera. Los animales se unieron a ella, creando un coro de cantos y aleteos. El sonido del xilófono llenó el aire y atrajo a más animales que se unieron a la fiesta improvisada.
El zorro Zufi, muy feliz, pasó entre los presentes. "¡Estamos logrando algo increíble!" - decía mientras saltaba.
Todo el mundo bailaba y celebraba, pero de repente, la música cesó. Un grupo de niños del pueblo se asomó por el claro, atraídos por el sonido.
"¿Qué están haciendo?" - preguntó uno de ellos.
Wendy sintió un poco de vergüenza, pero luego sonrió y dijo:
"¡Estamos teniendo un concierto! ¿Quieren unirse?"
Los niños, emocionados ante la invitación, se acercaron y, junto a los animales, comenzaron a cantar y bailar. Todos juntos disfrutaron del momento mágico que habían creado.
La tarde se llenó de risas, música y alegría, y al finalizar, todos se sintieron como parte de una gran familia.
Entonces, el búho Don Pío propuso:
"Hagamos esto una tradición! Cada vez que escuchemos un sonido misterioso en el bosque, nos reuniremos aquí para tocar y disfrutar juntos."
Wendy asintió con alegría. "¡Me encantaría!"
Desde ese día, cada vez que alguien escuchaba un xilófono en el bosque, sabía que era hora de celebrarlo. Wendy había aprendido que la música tiene la magia de unir a todos, y que, juntos, podían lograr cualquier cosa.
"Gracias, Zufi!" - dijo Wendy mientras se despedía, sintiéndose feliz de haber encontrado no solo el sonido del xilófono, sino también un grupo de amigos que la acompañarían en sus aventuras.
Así, el bosque de Arco Lote se convirtió en el lugar donde la música, la amistad y la creatividad florecían, cada vez más, gracias a una niña curiosa y un zorro valiente.
FIN.