El Misterioso Valle de Agua Clara



En un pequeño pueblo llamado Verdeo, había un lugar mágico que todos los habitantes amaban: El Valle de Agua Clara. Ese valle era famoso por su agua cristalina, que no solo saciaba la sed de la gente, sino que también hacía florecer los cultivos y mantenía los jardines del pueblo siempre verdes.

Un día, mientras jugaban cerca del río, Lila y su amigo Tomás notaron algo inusual. El agua ya no brillaba como antes y había un olor extraño que los hizo arrugar la nariz.

- '¡Mirá, Lila! El río está sucio. ¿Qué habrá pasado?', preguntó Tomás, preocupado.

- 'No lo sé, Tomás. Pero tenemos que averiguarlo. ¡Vamos a preguntar a doña Rosa!', respondió Lila.

Doña Rosa era la anciana del pueblo, sabia y amable, con una chaqueta de flores y unos ojos que brillaban como el sol. Al escuchar la inquietud de los chicos, ella suspiró y les dijo:

- 'Queridos, el agua del río se ha contaminado por las basuras y productos químicos que la gente ha dejado caer. Algunos no entienden que todo lo que tiran llega al agua y la ensucia.'

- '¿Pero por qué la gente hace eso?', preguntó Tomás, confundido.

- 'A veces, están tan ocupados o piensan que no importa. Pero sí importa, porque sin agua limpia, no hay alimentos saludables ni un lugar bonito para jugar.', explicó doña Rosa, mientras acariciaba su gato Pelusa.

Lila y Tomás decidieron que debían hacer algo para ayudar. Juntos formaron un grupo llamado “Los Guardianes de Agua Clara”. Invitaron a sus amigos y organizaron una reunión en el parque.

- '¡Amigos! Tenemos un gran problema. ¡El agua de nuestro valle está contaminada!', gritó Lila, emocionada.

- '¡Sí! Debemos limpiar el río y enseñarle a la gente a cuidar nuestro hermoso valle.', agregó Tomás.

Los chicos compartieron ideas y decidieron hacer una gran limpieza del río para quitar toda la basura. Al día siguiente, un grupo de niños armó cajas de cartón y se dispuso a recoger todo lo que encontraran.

- '¡Mirá todo lo que encontré!', exclamó Tomás, sosteniendo una bolsa llena de plásticos.

- 'Es increíble que la gente tire esto aquí. ¡Con esto podríamos hacer un jardín hermoso!', lamentó Lila mientras levantaba una lata oxidada.

Trabajaron duro todo el día y, al final, el río comenzó a recuperar su brillo. La alegría del grupo era contagiosa, pero no se detuvieron allí. Decidieron realizar una campaña educativa para hablar con los habitantes del pueblo.

- '¡Necesitamos hacer carteles y hablar con todos para que no tiren basura!', sugirió Lila, y rápidamente comenzaron a dibujar.

Los chicos hicieron carteles coloridos que decían: "El agua es vida. ¡Cuidémosla!" y "Prohibido tirar basura en el agua!". Fue un trabajo arduo, pero al final, estaban listos.

El siguiente fin de semana, organizaron un picnic en el parque y colocaron los carteles alrededor. Invitaron a todos los vecinos y, cuando el pueblo llegó, Lila se animó a hablar:

- 'Queridos vecinos, hoy hemos recuperado un poco de nuestro valioso río. Pero, para que siga limpio, necesitamos su ayuda. ¡El agua es nuestra amiga, cuidémosla como se merece!'.

La gente asintió y muchos se comprometieron a no tirar más basura. Algunos incluso ofrecieron su ayuda para mantener el río limpio de aquí en adelante.

Con el tiempo, el agua del valle empezó a verse más clara cada día. Las flores volvieron a florecer y los habitantes aprendieron a respetar la naturaleza. Lila y Tomás se convirtieron en modelos a seguir en Verdeo, demostrando que la unión y la determinación podían cambiar el destino de su amado valle.

Y así, el Valle de Agua Clara volvió a ser un lugar mágico, donde no solo crecían hermosos cultivos, sino también la conciencia de cuidar el medio ambiente. El compromiso de los “Guardianes de Agua Clara” se transmitió de generación en generación, recordando a todos que el agua es esencial para la vida y que depende de nosotros protegerla.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!