El Misterioso Viaje de Gato y Moto



Era un día soleado en la tranquila ciudad de Villa Alegre. Gato, un curioso felino de pelaje atigrado, pasaba la tarde en su ventana favorita, mirando cómo sus amigos del vecindario jugaban en el parque. Gato siempre había soñado con una gran aventura, pero ¿qué tipo de aventura podría tener un gato?

Un día, mientras jugaba con su ovillo de lana, su dueño, un amable anciano llamado Don Alfredo, recibió una llamada por teléfono. "Hola, Don Alfredo, soy la Sra. Rosa de la funeraria. Tenemos una nueva moto que entrega flores y necesitamos una mano."

Gato, que podía oír la conversación, se dio cuenta de que la Sra. Rosa necesitaba ayuda. "¡Esto es una aventura! -pensó- Voy a ayudarla."

Cuando Don Alfredo terminó de hablar, Gato saltó del sillón y se acercó a su dueño. "Miau, miau", dijo, que en su lenguaje significaba: "Llévame contigo, por favor".

Don Alfredo sonrió y sin pensarlo dos veces, se llevó a Gato en su mochila al trabajo. Cuando llegaron a la funeraria, la Sra. Rosa les mostró la nueva moto, decorada con coloridas flores.

"¡Es preciosa!" -exclamó Don Alfredo mientras acariciaba la moto.

"Gracias, ¡necesitamos llevar muchas flores a los hogares de quienes han perdido a sus seres queridos!" -respondió la Sra. Rosa.

Gato, cada vez más emocionado, subió a la moto y se sentó en el manillar. "¡Vámonos!" -maulló, aunque claro, nadie podía entenderlo.

"Creo que Gato quiere acompañarnos, ¿no?" -dijo Don Alfredo. "¡Claro! La aventura empieza aquí."

Con una bocina alegre, la moto arrancó y salió de la funeraria. Gato sintió el viento en su cara, algo que nunca había experimentado antes. El viaje fue rápido y lleno de risas, ya que Don Alfredo le contaba historias de la ciudad mientras la Sra. Rosa conducía.

Pero de repente, al dar una vuelta en una esquina, la moto raspó con un pequeño bache y empezó a tambalearse. "¡Sujétate, Gato!" -gritó Don Alfredo, y justo cuando pensaron que iban a caer, la moto se enderezó milésimas de segundo.

"¡Qué emoción!" -pensó Gato, que no se había asustado en absoluto. Después de todo, era un aventurero. Sin embargo, las flores que llevaban comenzaron a volar por todas partes.

"¡Oh no, las flores!" -gritó la Sra. Rosa.

Y así, con la ayuda de Gato, comenzaron a recogerlas. Con paciencia, el pequeño felino usó su astucia para alcanzar flores por todos lados, mientras Don Alfredo trataba de no reírse de la situación.

Al final, después de recoger todas las flores, lograron llegar a su primera casa. La familia estaba muy agradecida al ver llegar el simpático trío; Don Alfredo, la Sra. Rosa y Gato. "Gracias por las flores y por su esfuerzo" -dijo una señora emocionada.

Gato se sintió tan feliz al ver cómo alegraban a los demás, que decidió hacer de su aventura un nuevo propósito. Cada semana, se convirtió en el ayudante especial de Don Alfredo y la Sra. Rosa, haciendo sonreír a muchas personas que habían perdido a sus seres queridos.

Y así, Gato no solo tuvo su aventura, sino que también encontró su camino: ayudar a quienes lo necesitan. Aunque comenzó como un simple viaje en moto, esta experiencia mostró que la verdadera aventura, a veces, está en hacer felices a los demás.

Desde entonces, cada vez que alguien decía —"miau"  en el vecindario, todos sonreían, porque sabían que era Gato, el gato aventurero y querido por todos.

Y así fue como un día cualquier en Villa Alegre se convirtió en una historia que todos recordarían, gracias a un gato, una moto y mucha buena voluntad.

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FIN.

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