El Molino Mágico de la Colina



En un pueblo encantador llamado Arroyo Verde, había un molino de agua que giraba con fuerza en la cima de una colina. Todos en el pueblo admiraban este molino porque no solo molía el trigo, sino que también era un símbolo de esperanza y trabajo comunitario. Pero había un problema: el pueblo enfrentaba sequías y los cultivos se estaban marchitando.

Un día, Camila, una curiosa niña de doce años, tuvo una idea brillante.

"¡Papá, creo que podríamos usar el molino para regar nuestros campos!" - le dijo a su padre, Don Pedro, mientras lo observaba moler el trigo.

"¿Cómo, hija? El molino solo hace harina, no riego" - respondió Don Pedro, con una sonrisa.

Pero Camila no se desanimó. Con su cuaderno de dibujos, comenzó a bosquejar un plan.

"Podemos instalar tuberías que transporten el agua desde el molino hacia nuestros campos. ¡Así aprovechamos la energía del agua en movimiento!" - exclamó Camila.

El padre, intrigado, decidió escuchar más. En su mente, comenzaron a formarse imágenes de los campos verdes llenos de vida.

"Si lo hacemos, también podríamos ayudar a los demás agricultores del pueblo. Sería un sistema comunitario" - sugirió Camila.

Don Pedro asintió, sin poder contener su entusiasmo. Juntos, comenzaron a hablar con los vecinos. La idea se esparció como el viento.

"¿Y cómo haríamos eso?" - preguntó doña Rosa, una agricultora que siempre había tenido hermosas flores en su jardín.

"Podemos hacer un circuito que lleve el agua hacia abajo, de modo que el molino aporte su fuerza" - explicó Camila, dibujando tubos en la tierra.

Sin embargo, no todo fue fácil. Un día, mientras trabajaban en su proyecto, un fuerte viento azotó el pueblo y un árbol cercano se cayó, bloqueando el camino hacia el molino.

"¿Qué haremos ahora?" - se angustió Don Pedro.

"Podemos usar la creatividad y pedir ayuda a los vecinos" - sugirió Camila, decidida. Y así fue, los vecinos se unieron para despejar el camino, cada uno aportando su granito de arena.

Durante semanas, con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, construyeron el sistema de riego. Finalmente, llegó el día de las pruebas. Todos se reunieron alrededor del molino, con ojos llenos de expectativa.

"¿Estás lista?" - le preguntó Don Pedro a su hija.

"¡Estoy lista!" - respondió Camila, emocionada, mientras activaban el mecanismo.

El agua comenzó a fluir, llenando las tuberías que llevaban hacia los campos. Todos aplaudieron y gritaron de alegría.

"¡Miren! ¡El agua está llegando!" - gritó doña Rosa, con lágrimas en los ojos.

A partir de ese día, el pueblo de Arroyo Verde no solo se benefició del molino que hacía harina, sino que sus tierras volvieron a florecer, gracias al ingenio y a la colaboración de todos. Camila se convirtió en un ejemplo para todos, demostrando que, con imaginación y trabajo en equipo, se pueden superar cualquier adversidad.

Y así, el molino no solo movía agua, sino que también movía corazones, llenando el pueblo de alegría, amistad y esperanza.

"¡Gracias, Camila!" - le dijo doña Rosa un día.

"¡No, gracias a todos ustedes!" - respondió la niña con una enorme sonrisa.

Arroyo Verde se transformó en un lugar maravilloso y, cada vez que el agua corría por los campos, recordaban que la magia del molino no estaba solo en su funcionamiento, sino en la unión de la comunidad. Y así, siempre que veían el molino girar, sonreían, porque sabían que juntos podían lograr grandes cosas.

FIN.

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