El Mono de los Colores
En una selva llena de vida y de risas, vivía un curioso mono llamado Moki. A diferencia de los demás monos, que solían jugar entre las ramas y hacer travesuras, Moki tenía una fascinación especial: los colores. Desde muy pequeño, soñaba con hacer de la selva un lugar más alegre y vibrante.
Un día, mientras exploraba, Moki se encontró con una pared negra, fría y triste, que se alzaba en medio de la selva.
"¡Qué cosa más aburrida!" - exclamó Moki mientras se subía a un árbol cercano para observarla. "No puedo creer que algo así exista en este lugar lleno de color. ¡Tengo que hacer algo!"
Moki decidió que la pared necesitaba una transformación. Así que comenzó a buscar por toda la selva los colores más bellos que pudiera encontrar. Se encontró con una flor roja brillante, un pájaro azul que cantaba melodías alegres, y unas hojas verdes que brillaban al sol.
Con su bolsa llena de colores, volvió a la pared. "¡Esto será divertido!" - dijo mientras comenzaba a pintar. Agarró la flor y dejó caer su jugo sobre la pared; luego, el pájaro voló y dejó caer plumas azules, y las hojas verdes las usó como pinceles.
"¡Mira, estoy haciendo magia!" - gritó Moki, mientras la pared empezaba a teñirse de hermosos colores. Pero, de repente, escuchó un sonido sordo.
"¿Qué es ese ruido?" - preguntó, mirando a su alrededor. Era un grupo de monos que venían a ver qué pasaba.
"¡Moki! ¡¿Qué estás haciendo? !" - preguntó uno de ellos, un mono llamado Tico, que era muy escéptico. "Esa pared es de los humanos, no deberías tocarla."
"Pero Tico, ¡mira lo que estoy creando!" - respondió Moki llenando de color un trozo más de la pared. "La vida es más divertida con colores, ¡y veo que todos están interesados!"
Los otros monos comenzaron a mirarse entre sí. Algunos estaban de acuerdo con Moki, pero otros temían que no deberían estar allí.
"¿Y si los humanos se enojan?" - dijo una monita llamada Lila, nerviosa.
Moki, con una sonrisa, respondió: "Vamos a preguntarles. Si no les gusta, podemos borrar todo. Pero si les gusta, posiblemente podamos hacer de esta selva un lugar más alegre. ¡No tenemos nada que perder!"
Convencidos por la valentía de su amigo, decidieron ir en grupo a hablar con los humanos. Encontraron a unos niños que estaban de paseos y jugando cerca de la pared negra.
"¡Hola, amigos!" - gritó Moki, descolgándose de una rama y aterrizando frente a ellos. "¿Les gustaría ayudarnos a darle vida a esta pared?"
Los niños miraron con sorpresa y comenzaron a reírse.
"¿Un mono hablando? ¡Esto es increíble!" - dijo una nena llamada Sofía, fascinada.
"Queremos hacer de la selva un lugar más colorido. Si a ustedes les gusta la idea, podríamos trabajar juntos. ¿Qué dicen?" - aseguró Moki.
Los niños, emocionados, aceptaron la propuesta. Durante el día, se unieron a Moki y los demás monos. Pintaron la pared con muchas manos, utilizando su creatividad y dejando volar su imaginación. Dibujaron flores, arcoíris, y hasta crearon un enorme sol sonriente.
Esa noche, la selva brilló más que nunca, y la pared negra había cobrado vida. Los colores habían unido a animales y humanos, y todos se llenaron de alegría.
Moki sonrió y le dijo a sus amigos: "¿Ven? Un poco de valentía y creatividad siempre trae algo bueno. La leyenda del gran mono colorido ha comenzado, y todo por la amistad y la imaginación. ¡Nunca perdamos eso!"
Desde ese día, la selva ya no fue un simple lugar de juegos, sino un espacio donde todos se unieron para hacerla más hermosa y colorida. Moki se convirtió en un héroe local, y no solo ellos, sino también los humanos, aprendieron la importancia de compartir y crear juntos.
Así, Moki siguió explorando y creando, recordando siempre que con imaginación y amistad, se pueden romper incluso las paredes más grisáceas.
FIN.