El Mono de los Colores Mágicos
En el corazón de una selva vibrante y llena de vida, vivía un mono llamado Colo. Colo no era un mono común y corriente; tenía la habilidad de cambiar de color según la emoción que sintiera. Esta habilidad especial lo hacía único entre los animales. Su pelaje podía volverse amarillo brillante cuando estaba feliz o azul profundo cuando se sentía triste.
Un día, Colo se encontraba sentado en una rama, balanceándose mientras observaba a su alrededor. De repente, un grupo de animales se acercó, todos muy preocupados.
"¿Qué les pasa, amigos?" - preguntó Colo, cambiando a un color verde brillante, un matiz que demostraba su curiosidad.
"Colo, el río se ha secado y todos los animales están preocupados porque no hay agua para beber" - dijo Tiki, la tortuga.
"¡Oh no!" - exclamó Colo, alarmándose y tornándose de un rojo intenso. "¿Qué podemos hacer para ayudar?"
"No lo sé…" - respondió Leo, el loro, que era el más sabio del grupo. "Tal vez debamos buscar otra fuente de agua. Podríamos ir hacia el gran árbol, cerca del monte Rayo. Dicen que allí hay un arroyo que nunca se seca."
Colo se iluminó, sintiéndose esperanzado al escuchar eso.
"¡Vamos todos juntos! Si trabajamos en equipo, ¡seguro que lo encontraremos!" - afirmó, brillando con un azul celeste de emoción.
Los animales comenzaron a caminar juntos, pero en el camino, se encontraron con un gran obstáculo: un río crecido. El agua estaba por las rodillas, y al otro lado estaban más allá del arroyo. Los animales se miraron preocupados.
"No puedo cruzar esto" - dijo Tiki, temblando bajo su caparazón. "Me da miedo."
Colo respiró hondo y, con su color volviendo a cambiar a un naranja brillante, lleno de valor, les dijo: "No tengan miedo. ¡Yo puedo ayudar! Voy a usar mi agilidad para encontrar un lugar por donde podamos cruzar. Los espero en la otra orilla."
Los otros animales estuvieron de acuerdo. Colo se lanzó a la aventura, saltando entre las piedras y explorando a su alrededor. Finalmente, encontró un tronco caído que servía como puente.
"¡Chicos!" - gritó Colo, iluminándose de alegría, que ahora era un chispeante amarillo. "Hay un tronco aquí. ¡Vengan!"
Los animales cruzaron, con Colo guiándolos y alentándolos. Una vez al otro lado, se sintieron felices. Pero todavía tenían un camino largo por recorrer. Se encontraron con un grupo de pájaros que volaron rápidamente sobre ellos.
"¡Hola, Colo! ¿Adónde van tan apurados?" - preguntó una paloma.
"Buscamos agua. Hay que salvar el río" - respondió Colo, entusiasmado. "¿Ustedes pueden ayudarnos?"
Los pájaros se miraron entre ellos, pero la paloma orgullosa se ofreció:
"Podemos volar y buscar agua desde arriba. ¡Dejen todo en nuestras alas!"
Los animales le dieron una pequeña hoja como mapa y los pájaros partiron. Mientras esperaban, Colo se sintió inquieto, y su color se tornó en un gris suave.
"¿Y si no vuelven? ¿Y si no encontramos agua?" - se preguntó.
"Colo, siempre encontramos el camino juntos" - interrumpió Leo, presentándose al lado de su amigo. "Tu color nos muestra lo que sientes, pero no debes preocuparte. Todos estamos unidos y confiaremos en nuestros amigos".
Finalmente, los pájaros regresaron, y la paloma exclamó: "¡Encontramos un arroyo! Vengan, sigan nuestros vuelos".
Colo se llenó de alegría y rápidamente los guiaron siguiendo el vuelo de los pájaros. Al llegar al arroyo, todos se maravillarons al ver el agua brillante fluir.
"¡Lo logramos!" - gritó Colo, como un arcoíris vibrante de colores. "Estamos juntos, y eso es lo que importa."
Desde ese día, Colo aprendió que las emociones son parte de la vida, pero también que siempre se pueden superar los obstáculos cuando se cuenta con la ayuda de amigos. Y así, la selva volvió a llenarse de risas y colores, donde Colo, el mono de los colores mágicos, atravesaba la vida, iluminando a todos con su espíritu.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.