El mono que aprendió a hablar



En lo profundo de la selva vivía un mono muy curioso llamado Mateo. A diferencia de los demás monos, a Mateo le encantaba observar a los humanos que pasaban por la selva y trataba de imitar sus sonidos. Un día, mientras jugaba en la copa de un árbol, Mateo vio a un grupo de niños que estaban de excursión por la selva. Fascinado por sus risas y conversaciones, Mateo intentó imitar sus palabras. "Hola, hola", gritó Mateo desde lo alto del árbol, pero los niños, sorprendidos, solo rieron y continuaron su camino.

Determinado a aprender a hablar, Mateo se acercó a una vieja lechuza sabia de la selva y le pidió ayuda. La lechuza, con paciencia, le enseñó las vocales y las consonantes, y durante días y noches, Mateo practicó incansablemente. Un día, mientras paseaba por la selva, Mateo se encontró con un cazador que estaba perdido. Usando las palabras que había aprendido, Mateo le indicó el camino de regreso a su casa.

El cazador, sorprendido al oír a un mono hablar, decidió llevarlo a la ciudad para mostrar su increíble habilidad. En la ciudad, Mateo emocionó a todos con sus palabras y se convirtió en una verdadera celebridad. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la fama no lo hacía feliz y extrañaba la paz y tranquilidad de la selva.

Triste por no sentirse en su lugar, Mateo decidió regresar a la selva. Allí, compartió sus experiencias con los demás monos y les enseñó las palabras que había aprendido. Pronto, todos los monos de la selva pudieron comunicarse entre sí de una manera nueva y maravillosa.

Mateo comprendió que su verdadero lugar estaba en la selva, donde su habilidad para hablar podía ser de ayuda para su comunidad. Desde entonces, se convirtió en el mediador y defensor de su especie, usando sus palabras para proteger su hogar de los peligros y para transmitir sabiduría a las generaciones futuras.

FIN.

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