El Mono Travieso
Había una vez en la selva, un mono muy travieso llamado Tito. Tito pasaba sus días saltando de rama en rama y haciendo travesuras a los demás animales. Siempre se estaba riendo y disfrutando de su libertad, pero a veces sus bromas causaban más problemas de lo que él pensaba.
Un día, mientras jugaba cerca del río, vio a su amigo el loro, Miguel, posado en una rama. Tito, con su gran sentido del humor, decidió hacerle una de sus clásicas bromas.
"¡Miguel! ¡Mirá! Soy un pez!" - gritó Tito, mientras se tiraba al agua.
Miguel, sorprendido, voló al borde del río.
"¡Tito! No sos un pez, sos un mono!" - le respondió, riendo.
Pero entonces, Tito comenzó a chapotear como si fuera un pez, y los otros animales se acercaron a ver lo que sucedía. La situación se tornó divertida, y todos rieron a carcajadas, incluido Tito.
Sin embargo, su alegría solo duró unos minutos. Sin querer, chocó con una roca y se cayó de la orilla al agua. Todos los animales se alarmaron.
"¡Tito!" - gritó Miguel. "¡Agárrate de la rama!"
Tito, asustado, comenzó a nadar hacia la orilla, pero estaba demasiado lejos. De repente, apareció una tortuga llamada Tula.
"¡No te preocupes, Tito!" - dijo Tula con una voz calmada. "Voy a ayudarte. ¡Súbete a mi caparazón!"
Tito, dejando de lado su orgullo, nadó hacia Tula y subió a su caparazón. La tortuga, con su paso lento pero seguro, llevó a Tito a la orilla. Todos los animales aplaudieron cuando Tito finalmente salió del agua.
"¡Gracias, Tula!" - dijo Tito, sonrojado. "Realmente me salvaste."
Tula sonrió y le respondió:
"A veces, la diversión puede volverse peligrosa, Tito. Es bueno jugar, pero siempre tené cuidado de no hacerles bromas a los demás si no sabes cómo pueden reaccionar."
Desde ese día, Tito decidió que jugaría y haría reír a otros, pero siempre pensé y cuidaría de sus amigos primero. Se inventó una serie de juegos en los que todos podían participar, sin que nadie se sintiera mal o en peligro.
Poco a poco, Tito se convirtió en el animador de la selva. Todos los animales estaban agradecidos por su nueva forma de pensar, y Tito se sentía feliz al ver que sus amigos se divertían sin ningún riesgo.
Un día, organizaron una gran fiesta en la selva, donde Tito puso en práctica nuevos juegos. Todos los animales se rieron y disfrutaron juntos, y todos le dijeron a Tito lo mucho que lo apreciaban.
"¡Gracias, Tito! ¡Sos el mejor!" - dijieron entusiasmados.
Y así, Tito, el mono travieso, aprendió que la verdadera diversión no siempre está en hacer bromas, sino en compartir alegría y cuidar de los amigos. Desde entonces, cada vez que lanza una broma, lo hace con amor y siempre asegurándose de que todos estén a salvo.
Y Tito nunca olvidó la lección: la amistad es el mejor juego de todos.
FIN.