El Mono Villano y la Selva Mágica



Había una vez en lo profundo de la Selva Mágica, un mono llamado Max. Max no era un mono común, era conocido en toda la selva como el villano de la historia, pues siempre hacía travesuras que ponían en peligro a los demás animales.

Un día, mientras Max estaba colgado de una rama, observó cómo los otros animales jugaban en paz. Se sintió solo y decidió que era hora de hacer algo que hiciera que todos lo aceptaran.

"¡Voy a demostrarles que soy el mejor!", dijo Max con una gran sonrisa. Pero su idea no era ayudar a sus amigos, sino hacerles una broma que no sabían que sería peligrosa. Planeó poner explosivos de barro en la senda donde los animales solían pasar.

Al caer la tarde, Max se encargó de colocar su “sorpresa”, riéndose de lo que pasaría. Pero al mismo tiempo, su amigo, el loro Pablo, lo observaba desde la distancia.

"¡Max, eso no está bien!", gritó Pablo desde su rama.

"¡Cállate, Pablo! No sabes lo divertido que esto va a ser", respondió Max, ignorando la advertencia.

Pablo decidió que tenía que hacer algo para detenerlo y voló rápido hacia la tortuga Tula, el más sabio de la selva.

"¡Tula, Max está a punto de hacer algo terrible!", dijo Pablo con prisa.

"¿Qué planea hacer?", preguntó Tula con preocupación.

"Va a colocar explosivos en la senda. ¡Necesitamos detenerlo!", respondió el loro en un susurro.

Tula pensó un momento y decidió actuar. Acompañado por Pablo, se acercaron a Max.

"Max, tenés que escucharme. Si hacés esto, podrías lastimar a otros", dijo Tula con calma.

"¿Y qué importa? Nadie me quiere, soy un villano", replicó Max.

Pablo, volando en círculos alrededor de Max, decidió intentarlo de otra manera.

"Pero, Max, ¡todos te queremos! Solo que a veces es difícil entender tu humor. Intentemos hacer una broma juntos, algo que divierta a todos y te haga ver que pueden aceptarte como amigo", sugirió.

Max se detuvo a pensar. Nunca había considerado que su deseo de ser aceptado podría lograrse de otra manera.

"¿De verdad creen que puedo ser parte de esto?", preguntó inseguro.

"¡Por supuesto! Vamos a hacer una sorpresa alegre, algo que haga reír a todos, pero sin poner en peligro a nadie!", lo animó Tula.

Entonces, juntos, comenzaron a pensar en una broma genial. Al poco tiempo, decidieron hacer un gran espectáculo con globos de colores, confeti y un baile en la gran roca que había al centro de la selva.

Esa misma noche, mientras los animales se reunían, Max se sintió emocionado.

"¡Bienvenidos todos! Hoy vamos a celebrar la amistad con una fiesta sorpresa de colores. No hay riesgos, solo diversión", anunció Max con una gran sonrisa.

Los animales aplaudieron y se unieron al baile. Max, que empezó como el villano, se convirtió en el héroe de la noche, haciendo reír a todos con sus ocurrencias. Desde ese día, se convirtió en el queridísimo Payaso de la Selva, y siempre se aseguraba de que sus bromas fueran seguras y alegres.

"Max, te queremos como eres, con tus travesuras y todo", le dijo Pablo.

"Y yo a ustedes, mis amigos. Gracias por darme una segunda oportunidad", respondió Max emocionado.

Aquel día, todos aprendieron que siempre hay una mejor manera de ser aceptado y querido, y que el verdadero valor del corazón está en compartir risas sin causar peligro. Desde entonces, Max se convirtió en el alma de la fiesta, y la Selva Mágica nunca dejó de reír.

Y así, los buenos momentos llenaron la selva, con un mono travieso que aprendió a ser feliz, junto a sus amigos, dejando de ser un villano y disfrutando del amor de una gran comunidad.

FIN.

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