El monstruo amigable
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde todos los habitantes vivían felices y sin preocupaciones.
Sin embargo, un día algo inesperado sucedió: un monstruo gigante con afiladas garras y de color negro apareció en el bosque cercano. Los niños del pueblo se asustaron al principio, pero pronto se dieron cuenta de que el monstruo no era tan malo como parecía. El monstruo, al que decidieron llamar Maxi, resultó ser amigable y juguetón.
Tenía una gran sonrisa en su rostro y siempre estaba dispuesto a ayudar. La noticia sobre Maxi se extendió rápidamente por todo el pueblo y la gente comenzó a acercarse a él para pedirle favores.
Maxi era fuerte y habilidoso, así que ayudaba a los agricultores a arar sus campos más rápido o construía casas para las personas que lo necesitaban.
Un día, mientras caminaba por el pueblo con su amigo humano Lucas, Maxi vio cómo algunos niños pequeños estaban siendo intimidados por unos matones mayores. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ellos y los espantó con sus rugidos poderosos. Lucas se dio cuenta de que Maxi tenía un corazón valiente y noble.
Decidió hablar con el alcalde del pueblo para proponer una idea: organizar una fiesta en honor a Maxi para mostrarle cuánto apreciaban todo lo que había hecho por ellos.
El alcalde aceptó la propuesta de Lucas e invitó a todo el pueblo a participar en la gran celebración. Prepararon comida deliciosa, juegos divertidos y hasta decoraron las calles con globos y serpentinas. Todos estaban emocionados por la fiesta y esperaban ansiosos la llegada de Maxi.
Cuando Maxi entró al pueblo, quedó sorprendido al ver lo hermoso que estaba todo. La gente le dio la bienvenida con aplausos y sonrisas. Los niños se acercaron a él para darle abrazos y le agradecieron por su valentía y amabilidad.
Después de disfrutar de la comida deliciosa y jugar juegos divertidos, Lucas subió al escenario improvisado y pronunció un discurso en honor a Maxi. Explicó cómo el monstruo gigante había demostrado que no debemos juzgar a alguien por su apariencia, sino por sus acciones.
Todos los habitantes del pueblo asintieron en acuerdo mientras Lucas hablaba. Se dieron cuenta de que aunque Maxi tenía garras afiladas y era de color negro, eso no significaba que fuera malvado.
En realidad, era todo lo contrario: era bondadoso, generoso y protector. Desde ese día en adelante, Maxi se convirtió en el guardián del pueblo. Siempre estaba dispuesto a ayudar cuando alguien necesitaba protección o una mano amiga.
Y así, Villa Alegre vivió felizmente gracias a la presencia inspiradora de Maxi. La historia de Maxi nos enseña una valiosa lección: nunca juzgues a alguien por su apariencia o prejuicios infundados.
Cada persona (o monstruo) merece ser tratada con respeto y amabilidad, ya que nunca sabemos qué sorpresas maravillosas pueden traer a nuestras vidas si les damos una oportunidad.
FIN.