El monstruo curioso y las cerezas envenenadas



Había una vez en el bosque Encantado, un monstruo curioso llamado Mordis. Mordis era diferente a los demás monstruos, ya que en lugar de asustar a los demás habitantes del bosque, prefería explorar y aprender cosas nuevas.

Un día, mientras Mordis exploraba el bosque, encontró un hermoso árbol lleno de jugosas cerezas rojas. Las cerezas tenían un brillo mágico que llamó la atención de Mordis.

"¡Qué maravilla! Estas cerezas se ven deliciosas, ¡no puedo resistir la tentación de probar una!" exclamó Mordis emocionado. Sin embargo, lo que Mordis no sabía era que esas cerezas estaban envenenadas por una malvada bruja del bosque. A pesar de las advertencias de sus amigos, Mordis decidió probar una de las cerezas.

Al instante, comenzó a sentirse mal y cayó al suelo. Sus amigos, la hada Luz y el duende Traves, corrieron a ayudarlo. "¡Mordis, amigo, ¿qué te pasó?" preguntó preocupada la hada Luz. Mordis apenas podía hablar, pero les contó lo que había sucedido.

"Oh no, las cerezas estaban envenenadas. Debemos encontrar una forma de ayudar a Mordis" exclamó el duende Traves.

Entonces, la hada Luz recordó una antigua leyenda sobre una flor mágica que crecía en lo más profundo del bosque y que tenía el poder de curar cualquier mal. Los tres amigos se pusieron en marcha en busca de la flor mágica.

En su travesía, enfrentaron diversos desafíos y ayudaron a otros seres del bosque, demostrando que la amistad y la valentía son herramientas poderosas. Finalmente, encontraron la flor mágica y la llevaron a Mordis. Con el poder de la flor, Mordis fue sanado y se prometió que nunca más sería tan imprudente.

Aprendió que la curiosidad está bien, pero siempre debe estar acompañada de precaución y consejo. A partir de ese día, Mordis siguió explorando el bosque Encantado, pero esta vez, con mucho más cuidado y sabiduría.

FIN.

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