El Monstruo de la Montaña y el Niño Valiente


Pedro era un niño valiente y curioso que le encantaba explorar la naturaleza. Un día, decidió aventurarse por la montaña, escalar altas rocas y descubrir nuevos lugares.

Mientras caminaba, Pedro escuchó un ruido extraño proveniente de una cueva cercana. Intrigado, se acercó lentamente a la entrada de la cueva y vio una sombra enorme moviéndose en el interior. Era el monstruo de la montaña, una criatura gigante con dientes afilados y garras intimidantes.

Todos en el pueblo temían al monstruo y nadie se atrevía a acercarse. Aunque Pedro también sintió miedo al principio, su curiosidad fue más fuerte. Decidió enfrentar su miedo y descubrir qué había dentro de esa cueva.

Con pasos temblorosos pero decididos, entró cautelosamente. Dentro de la cueva, Pedro encontró al monstruo sentado en una roca gigante. El monstruo tenía lágrimas en los ojos y parecía triste.

Pedro se acercó lentamente hacia él mientras le decía:"Hola señor Monstruo, ¿por qué estás tan triste?"El monstruo levantó su cabeza sorprendido e inmediatamente sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente. "Nadie me ha hablado así antes", dijo el monstruo con voz temblorosa.

Pedro notó que las garras del monstruo estaban cubiertas de heridas profundas. "¿Qué te pasó?", preguntó preocupado. El monstruo explicó que siempre había vivido solo en la montaña y que, aunque parecía peligroso, en realidad era muy solitario.

La gente del pueblo lo había juzgado por su apariencia sin siquiera conocerlo realmente. Pedro sintió compasión por el monstruo y decidió ayudarlo. Le propuso al monstruo que se acercara al pueblo y conociera a las personas de verdad.

Juntos podrían cambiar la forma en que todos lo veían. El monstruo aceptó la oferta de Pedro y ambos caminaron hacia el pueblo. Al principio, la gente estaba asustada y se escondía cuando vieron al monstruo acercarse.

Pero Pedro les pidió que no tuvieran miedo y les contó sobre la historia del monstruo. Poco a poco, las personas comenzaron a entender que el monstruo no era malo como pensaban. Descubrieron que era amable, divertido e inteligente.

Se dieron cuenta de que habían juzgado erróneamente al monstruo solo por su apariencia. Con el tiempo, el pueblo aprendió a aceptar al monstruo tal como era. Incluso le construyeron una casa especial donde pudiera vivir cómodamente cerca de ellos.

El encuentro entre Pedro y el monstruo cambió para siempre la vida en aquel lugar. Las personas aprendieron a no juzgar a los demás por su aspecto o sus diferencias exteriores, sino por cómo eran realmente en su interior.

Desde ese día en adelante, Pedro y el monstruo se convirtieron en grandes amigos y exploraban juntos la montaña todos los días.

La historia de valentía y amistad entre un niño curioso y un temible pero solitario monstruo inspiró a todos en el pueblo a ser más comprensivos y abiertos de mente. Y así, Pedro demostró que el verdadero valor está en enfrentar nuestros miedos y juzgar a los demás por su corazón, no por su apariencia.

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