El monstruo de la playa
Pedro estaba emocionado porque por fin había llegado el día de sus vacaciones en la playa. Había preparado su mochila con todo lo necesario: protector solar, toalla, juguetes y, por supuesto, mucha comida rica para disfrutar bajo el sol.
Al llegar a la playa, Pedro corrió hacia la orilla del mar y empezó a jugar en la arena. Estaba tan entretenido construyendo un castillo que no se dio cuenta de que algo se acercaba sigilosamente detrás de él.
De repente, una sombra enorme lo cubrió y cuando Pedro se dio vuelta, vio a un monstruo gigante con ojos brillantes y dientes afilados.
El monstruo gruñó y extendió sus garras hacia la mochila de Pedro donde guardaba toda su comida. - ¡Hey! ¡Esa es mi comida! -exclamó Pedro asustado. El monstruo gruñó nuevamente y trató de arrebatarle la mochila a Pedro. Pero el niño no iba a dejar que le quitaran su comida tan fácilmente.
Decidió hablar con el monstruo en lugar de pelear. - ¿Por qué quieres mi comida? ¿Estás hambriento? -preguntó Pedro con valentía. El monstruo titubeó por un momento, sorprendido por la reacción de Pedro.
Asintió lentamente con la cabeza mientras su estómago gruñía ruidosamente. Pedro sintió empatía por el monstruo y decidió compartir parte de su comida con él. Sacó una bolsa llena de sándwiches deliciosos y se los ofreció al monstruo.
Este los olfateó con curiosidad antes de devorarlos rápidamente. - Gracias... -murmuró el monstruo entre bocado y bocado. Pedro sonrió al ver cómo el gesto generoso había cambiado completamente la actitud del monstruo.
Se sentaron juntos en la arena compartiendo una merienda improvisada mientras las olas rompían suavemente en la costa. Con el estómago lleno y feliz, el monstruo le confesó a Pedro que nunca antes nadie le había mostrado tanta amabilidad.
Había vivido tanto tiempo solo en las profundidades del mar que se había olvidado de lo bueno que era conectar con otros seres. Desde ese día, Pedro visitaba regularmente la playa durante sus vacaciones para encontrarse con su nuevo amigo monstruoso.
Juntos exploraban las profundidades marinas y compartían aventuras inolvidables bajo el sol radiante. La historia de Pedro y el monstruo enseña a los niños sobre la importancia de ser amables incluso cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles o personas diferentes a nosotros.
La empatía y generosidad pueden crear vínculos especiales e inesperados que enriquecen nuestras vidas más allá de lo imaginable.
FIN.