El Monstruo de las Caries



En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, donde todos los niños siempre estaban felices y reían, había un secreto que pocos conocían: un viejo monstruo llamado Cariel. Este monstruo no era como los de los cuentos de hadas, pues no era feroz ni malvado, sino que se alimentaba de los dulces que los niños dejaban por allí. Cada vez que un niño olvidaba cepillarse los dientes, Cariel aparecía para hacer una fiesta con las caries.

Una tarde soleada, cinco amigos: Lía, Tomi, Kiki, Santi y Nati, decidieron hacer una merienda muy especial, llena de golosinas. La mesa rebosaba de caramelos, chocolates y galletitas. "¡Qué rico!"- exclamó Kiki. "No puedo esperar a probar todo esto"- agregó Tomi mientras se servía un plato lleno.

Pero mientras disfrutaban de su festín, un rugido tembló la tierra.

"¿Qué fue eso?"- preguntó asustada Nati. Los niños miraron hacia la entrada del parque. De detrás de un árbol apareció Cariel, con una gran sonrisa y ojos brillantes. "¡Hola, niños! Soy Cariel, el Monstruo de las Caries, y he venido a unirme a su fiesta"- dijo alegremente mientras se acercaba.

Los niños, aunque un poco asustados, le ofrecieron un poco de su comida. "¡Gracias! Me encanta cuando los niños disfrutan de tan deliciosas golosinas"- dijo Cariel. Pero, de repente, notaron algo extraño. Los dientes de Cariel estaban llenos de caries.

"¿Por qué tienes tantos dientes malos?"- preguntó Lía, un poco preocupada. Cariel suspiró y respondió: "Cuando era más joven, amaba los dulces tanto como ustedes, pero nunca me cepillaba los dientes después. No sabía que debía cuidarlos. Ahora, ¡mira lo que pasó!"-

Los niños se miraron entre ellos, y con mirada de complicidad Santi dijo: "¿Y si nos cuentas cómo podemos evitar terminar como vos?"- Cariel sonrió y se sentó junto a ellos. "Claro, les contaré mi historia. Tras muchos años de dulces y más dulces, un día decidí visitar a un dentista. ¡Era aterrador! No quería que nadie supiera que tenía tantos problemas con mis dientes. Pero el dentista fue amable y me ayudó, y desde entonces, intento enseñarles a los niños el valor de cuidar su sonrisa."

"Pero, ¿cómo lo hacemos?"- preguntó Nati. Cariel sacó un pequeño cepillo de dientes y una pasta de dientes de su mochila. "¡Así! Primero, cepíllense después de cada comida. Hagan un pequeño baile mientras lo hacen, ¡así se divierten! Luego, deben evitar comer demasiados dulces, y si lo hacen, asegúrense de cepillarse bien después"- explicó.

Los niños comenzaron a entender lo que Cariel decía. Entonces, decidieron hacer un trato. "Te prometemos que nos cuidaremos los dientes siempre y que no comeremos más golosinas sin cepillarnos primero"- dijeron al unísono.

Cariel se emocionó: "¡Eso es maravilloso! Pero también quiero que cada vez que vean dulces, piensen en cómo cuidarse sus dientes"- y con una sonrisa gigantesca agregó: "Podemos hacer actividades divertidas juntos. ¡Quiero que sean mis embajadores de sonrisas sanas!"-

De esa manera, los cinco amigos, junto a Cariel, comenzaron a organizar juegos y actividades en el parque, donde todos en el pueblo aprendían a cuidar su salud bucal de forma divertida. Organizaron danzas con cepillos de dientes, competencias de hacer el mejor chiste sobre caries y premios para los niños que tuvieran los dientes más limpios. Cada vez que alguien olvidaba cepillarse, Cariel aparecía para recordarles con una canción pegadiza.

Con el tiempo, el pueblo de Sonrisas se llenó de risas y sonrisas brillantes. Los niños aprendieron que cuidarse los dientes podía ser tan divertido como comer golosinas.

Al finalizar el primer año, Cariel se despidió con un gran abrazo, sabiendo que había hecho nuevos amigos y que su misión había tenido éxito. Y desde entonces, nunca más un niño en el pueblo dejó de cepillarse los dientes.

Y así, aquellos niños no solo se convirtieron en expertos en el cuidado dental, sino también en promotores de la alegría y la salud en su pequeño mundo. Y cada vez que alguien veía un dulce, recordaban las enseñanzas de su nuevo amigo, el Monstruo de las Caries, Cariel. ¡Su lema era: "Dulces sí, pero sonrisas más!"

FIN.

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