El Monstruo de las Sombras
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un monstruo muy peculiar. Era conocido como Monstruo Negro, debido a su piel oscura y sus garras largas y afiladas.
La gente del pueblo le tenía miedo y lo consideraba aterrador. Un día, Monstruo Negro decidió visitar el pueblo para conocer a las personas que tanto temían.
Al caminar por las calles, todos se escondían asustados, hasta que llegó a la plaza principal donde vio a un grupo de niños jugando. Los niños también se asustaron al verlo acercarse, pero uno de ellos llamado Mateo no sintió miedo. Se acercó valientemente al Monstruo Negro y le preguntó: "¿Por qué todos te tienen miedo?".
El monstruo suspiró tristemente y respondió: "La gente me juzga por mi apariencia sin conocerme realmente". Mateo comprendió que el Monstruo Negro solo quería ser aceptado y tener amigos.
Entonces, decidió ayudarlo a cambiar la forma en que los demás lo veían. Juntos idearon un plan para mostrarle al pueblo la verdadera naturaleza del monstruo. Al día siguiente, Mateo organizó una reunión en la plaza principal del pueblo. Todos los habitantes estaban intrigados por saber qué estaba ocurriendo.
Mateo tomó el micrófono y habló con voz firme: "Queridos vecinos de Villa Esperanza, hoy les presento al Monstruo Negro". El Monstruo Negro salió tímidamente al escenario mientras todos lo observaban con curiosidad.
Pero en lugar de mostrar su aspecto atemorizante, abrió sus garras y comenzó a hacer figuras con sombras chinescas en una pantalla gigante. Los niños quedaron maravillados por su habilidad y se acercaron para ver de cerca.
El Monstruo Negro les enseñó cómo hacer diferentes animales y objetos con sus manos, mientras los pequeños reían y aplaudían emocionados. Poco a poco, los adultos también se acercaron al escenario, dejando atrás su miedo inicial.
Se dieron cuenta de que el Monstruo Negro no era tan oscuro ni aterrador como pensaban. Era solo un ser diferente que buscaba amistad. Desde ese día, el Monstruo Negro se convirtió en un miembro más del pueblo.
Los niños lo invitaban a jugar y los adultos le pedían consejos sobre las sombras chinescas. Todos aprendieron a valorar la diversidad y entender que la apariencia no define quién es una persona o un monstruo.
La historia del Monstruo Negro enseñó al pueblo de Villa Esperanza una valiosa lección: nunca juzgar a alguien por su aspecto exterior sin conocerlo realmente. A partir de ese momento, todos vivieron en armonía y aprendieron a aceptar las diferencias entre ellos.
Y así, el Monstruo Negro pasó de ser temido y considerado aterrador a ser admirado por su talento único.
Y todo gracias al coraje y la comprensión de un niño llamado Mateo, quien demostró que el amor hacia los demás puede romper cualquier barrera o prejuicio existente en nuestra sociedad.
FIN.