El monstruo de Villa Espanto
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Espanto, donde todos los habitantes vivían aterrorizados por una misteriosa criatura que merodeaba por las calles durante la noche.
La gente decía que era un monstruo de aspecto aterrador y ojos brillantes, pero nadie se atrevía a acercarse lo suficiente para verlo con claridad. Entre los habitantes del pueblo se encontraba Juancito, un niño valiente y curioso.
A pesar de escuchar las historias sobre el monstruo, él no dejaba que el miedo lo dominara. Un día, mientras caminaba cerca del bosque prohibido, vio algo moverse entre los árboles. Intrigado por la situación, Juancito decidió seguir al movimiento hasta llegar a una vieja casona abandonada.
Con mucho cuidado abrió la puerta y entró sin hacer ruido. Para su sorpresa, encontró al supuesto monstruo escondido detrás de unas sábanas viejas. - ¡No tengas miedo! -dijo Juancito con voz temblorosa-.
¿Quién eres? El —"monstruo" reveló ser Lucas, un niño huérfano que había huido del orfanato debido al maltrato que recibía de parte de los adultos allí presentes. - No quiero asustar a nadie -explicó Lucas-, solo quería encontrar un lugar seguro donde vivir.
Juancito sintió compasión por Lucas y decidió ayudarlo. Juntos idearon un plan para capturar al verdadero monstruo y demostrarle a todos en el pueblo que no tenían nada que temer.
Con la ayuda de sus amigos, Juancito y Lucas prepararon trampas y colocaron señuelos en las calles para atraer al monstruo. Pasaron varias noches sin éxito, pero no se rindieron. Un día, mientras caminaban cerca del lago oscuro, escucharon un extraño ruido proveniente de la orilla.
Se acercaron sigilosamente y descubrieron que el monstruo era en realidad un perro callejero herido y asustado. - ¡Pobre perrito! -exclamó Juancito-. Debe estar buscando comida y refugio. Sin pensarlo dos veces, Juancito y Lucas llevaron al perro al veterinario para que lo curaran.
Luego lo llevaron a la perrera local donde recibiría atención adecuada hasta encontrarle un hogar amoroso. La noticia sobre el —"monstruo" resultó ser una sorpresa para todos los habitantes de Villa Espanto.
Las personas comenzaron a reflexionar sobre cómo habían dejado que el miedo los controlara y juzgaran sin conocer la verdad. Juancito recibió reconocimiento por su valentía y compasión hacia los demás.
El pueblo aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien solo por su apariencia o por las historias que se cuentan sobre ellos. A partir de ese momento, Villa Espanto se convirtió en un lugar más amable donde todos aprendieron a ayudarse mutuamente sin importar sus diferencias.
Y Juancito siempre recordaría con orgullo cómo fue capaz de enfrentar sus miedos y cambiar la vida de alguien con su bondad.
FIN.