El monstruo del bosque

Había una vez un monstruo que vivía en lo más profundo del bosque. Era grande, animal y tenía enormes cuernos en la cabeza. Su nombre era Matías, y aunque en realidad no era un monstruo, la gente del pueblo lo llamaba así y se burlaban de él. Todos los días, Matías escuchaba las risas de los niños y las miradas de miedo de los adultos, y eso lo entristecía profundamente.

Un día, mientras Matías deambulaba por el bosque, se encontró con una familia de conejos que estaba en problemas. Un cazador los había acorralado, y los pobres conejitos temblaban de miedo. Matías no lo pensó dos veces y corrió en su ayuda. Con un fuerte rugido, espantó al cazador y salvó a la familia de conejos.

Los conejitos, agradecidos, le agradecieron a Matías y le prometieron que siempre serían sus amigos. A partir de ese día, Matías se convirtió en el guardián del bosque, protegiendo a todos los animales de los peligros que acechaban en el bosque. Pronto, los animales comenzaron a ver a Matías como un héroe, y su fama se extendió por todo el bosque.

A medida que pasaba el tiempo, los niños del pueblo dejaron de burlarse de Matías y empezaron a preguntarse si realmente era un monstruo malvado. Entonces, un día, Matías decidió visitar el pueblo. Al principio, la gente tenía miedo, pero Matías les mostró que en realidad era amable y gentil. Les contó cómo había salvado a la familia de conejos y cómo se había convertido en el guardián del bosque. La gente del pueblo, sorprendida, comenzó a ver a Matías con otros ojos, y algunos incluso se disculparon por haberlo tratado mal.

Desde ese día, Matías se convirtió en un amigo para todos. Los niños del pueblo venían al bosque a escuchar sus increíbles historias, y la gente lo invitaba a sus hogares para agradecerle por proteger el bosque. Matías ya no se sentía solo ni triste, porque ahora sabía que tenía amigos de verdad que lo valoraban por lo que era en su interior. Y así, el monstruo del bosque se convirtió en una leyenda de amistad y valentía.