El Monstruo del Bosque
Había una vez un pequeño pueblo llamado Verdebonito, rodeado de un frondoso bosque. Los habitantes hablaban de un extraño monstruo que vivía en lo profundo del bosque, aunque nunca nadie lo había visto. Cada noche, cuando el sol se ocultaba, los niños oían ruidos extraños y murmuraciones que les llenaban de miedo.
Una tarde, un grupo de niños decidió que era hora de descubrir la verdad sobre el monstruo. Estaba Sofía, la más valiente; Mateo, el más curiosa; y Emiliano, el más miedoso pero con un gran corazón. Juntos, se adentraron en el bosque.
"¿No te da miedo, Emiliano?" -preguntó Sofía mientras caminaban.
"A un poco, pero quiero saber si el monstruo realmente existe."
"Yo creo que solo son ruidos de animales" -contestó Mateo, tratando de sonar seguro.
A medida que caminaban, comenzaron a escuchar los misteriosos ruidos. El viento hilaba entre los árboles y los crujidos de las ramas les ponían los pelos de punta. De repente, un gran ruido retumbó entre los árboles y los niños se detuvieron en seco.
"¿Qué fue eso?" -preguntó Emiliano, con un temblor en la voz.
"No lo sé, pero no se ve nada extraño" -dijo Sofía mientras se asomaba tras un arbusto.
Decidieron seguir adelante, y pronto llegaron a un claro iluminado por la luna. Allí, vieron una gran sombra moverse entre los árboles. Sofía, armándose de valor, gritó:
"¡Monstruo, sal de ahí! No te vamos a hacer daño!"
A su sorpresa, de entre las sombras salió un enorme oso, no un monstruo. El oso, con su rostro amigable, los miró curioso.
"¿Quiénes son ustedes, pequeños intrusos?" -preguntó el oso con una voz profunda pero suave.
Los niños se miraron entre sí, algo confundidos.
"Pensábamos que eras un monstruo" -dijo Sofía, todavía con un poco de miedo.
"Me llamo Bruno, el guardián de este bosque. Nadie me ha visto porque no soy un monstruo, solo un oso muy solitario" -disculpó el oso.
Los niños se sintieron aliviados y comenzaron a conversar con Bruno. Él les contó sobre su hogar, cómo cuidaba de los árboles y los animales del bosque.
"Los ruidos que oyen son parte de la vida en el bosque, pero no hay nada que temer. Todos aquí tienen su papel" -les explicó Bruno.
"¿Y por qué no te has acercado a nosotros antes?" -preguntó Mateo.
"Porque tengo miedo de lo que piensan los humanos. He escuchado muchas historias sobre mí que no son ciertas" -dijo Bruno con tristeza.
Los niños se sintieron muy mal por el oso.
"Siempre se asumen cosas malas y se crean historias que asustan" -dijo Sofía.
Decidieron regresar al pueblo y contarles a todos sobre Bruno, el oso del bosque. Tenían un plan para que los habitantes de Verdebonito pudieran conocerlo y aprender a respetar y cuidar el bosque.
Al día siguiente, organizaron una visita comunitaria al bosque. Todos estaban emocionados y un poco asustados, pero los niños sabían que Bruno no era un monstruo.
Cuando finalmente llegaron al claro, Bruno estaba un poco nervioso, pero los niños lo animaron.
"¡Hola a todos! ¡Soy Bruno!" -saludó el oso con su voz profunda.
Los habitantes del pueblo quedaron sorprendidos y, poco a poco, comenzaron a sonreír.
"¡Es un verdadero honor conocerte, Bruno!" -dijo el alcalde, un hombre de grandes bigotes.
A partir de ese día, el pueblo y el bosque formaron una hermosa amistad. Los niños aprendieron a cuidar el medio ambiente y a conocer a las criaturas que vivían en el bosque.
Cada semana, hacían un paseo para ver a Bruno, quien les enseñaba sobre la naturaleza y la importancia de la convivencia.
Bruno dejó de ser considerado un monstruo y pasó a ser un querido amigo del pueblo de Verdebonito. Y así, el miedo y los prejuicios se convirtieron en amistad y respeto hacia la naturaleza.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero la historia de Bruno y los niños vive en el corazón de todos los que aprenden a ver más allá de lo que parece. La verdadera amistad puede florecer incluso en los lugares más inesperados.
FIN.