El Monstruo del Bosque



En un pintoresco pueblo rodeado de un denso bosque, circulaban historias sobre un extraño monstruo que habitaba entre los árboles. Los niños del lugar, con la imaginación desbordante, inventaban cuentos de terror y aventuras sobre él. Sin embargo, todo cambió un día en que una curiosa niña llamada Clara decidió investigar.

Clara era valiente y siempre había creído que la esencia de las leyendas estaba en descubrir la verdad detrás de ellas. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el borde del bosque, escucharon un ruido extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Sofía, su mejor amiga, con un ligero temblor en la voz.

"Seguramente es el monstruo", dijo Tomás, intentando asustar a Clara y a Sofía.

"O puede ser un animal que está teniendo un mal día. Yo voy a averiguarlo" - respondió Clara, decidida.

Armada con su linterna y un cuaderno, Clara se adentró en el bosque. A medida que avanzaba, se dio cuenta de que el lugar no era aterrador, sino lleno de vida. Los pájaros cantaban, las mariposas danzaban entre las flores y, de repente, escuchó un susurro detrás de un arbusto. Se acercó lentamente y, para su sorpresa, apareció un pequeño y animal monstruo, con grandes ojos brillantes y pequeñas antenas.

"¡Hola!" - dijo el monstruo con una voz suave. "Soy Timo, el monstruo amigo del bosque. No soy nada de lo que dicen los humanos".

"¿Eres... real?" - preguntó Clara, boquiabierta. "Pensé que eras solo una leyenda."

"Las leyendas suelen hacerme ver más aterrador de lo que soy. En realidad, solo quiero hacer amigos y ayudar a los que se pierden en el bosque".

Clara sintió que su corazón se llenaba de alegría.

"¿Quieres mostrarme tu hogar?" - preguntó entusiasmada.

"¡Claro que sí!" - respondió Timo.

Timo llevó a Clara a su cueva, donde había una colección de objetos que había encontrado en el bosque: plumas de pájaros, piedras brillantes, y hasta unos dibujos hechos por él mismo.

"Yo cuido de este bosque. A veces los humanos lo dañan sin darse cuenta y yo trato de ayudar a que todo vuelva a su lugar" - explicó Timo, con tristeza en su voz.

"¿Cómo puedes ayudar?" - preguntó Clara, intrigada.

"Por ejemplo, educando a los que vienen a pasear por aquí. Si usan el sendero y no rompen las plantas, todos estarán a salvo".

Clara pensó en todo lo que había escuchado. Era cierto que muchas veces los niños rompían ramas para hacer antorchas o dejaban residuos en el bosque.

"¡Timo, creo que deberíamos contarles a todos sobre tu historia!" - exclamó Clara con entusiasmo.

"¿Pero cómo?" - preguntó Timo, un poco nervioso.

"Podemos hacer una reunión en el pueblo y contarles sobre ti y sobre la importancia de cuidar el bosque. Así dejarán de tener miedo y aprenderán a respetar este lugar".

Timo, emocionado, aceptó la idea. Al día siguiente, Clara, Timo y sus amigos organizaron un encuentro.

"¡Chicos! Les presento a Timo, el monstruo del bosque. No es un monstruo aterrador, es un amigo" - anunció Clara a todos.

"Hola, amigos" - saludó Timo, mientras los niños se quedaban sorprendidos.

Clara y Timo contaron historias sobre el bosque, enseñando a los otros niños a respetar la naturaleza.

"Si cuidan este lugar, podrán jugar y aprender siempre aquí" - mostró Timo, señalando el hermoso paisaje.

"¿Y si sabemos de su existencia, podemos ayudar?" - preguntó Tomás.

"¡Así es!" - exclamó Clara, feliz de que todos estuvieran interesados.

Desde aquel día, el pueblo hizo un pacto para cuidar del bosque. Se organizaron grupos de limpieza y hasta plantaron árboles nuevos. El bosque se llenó de vida, risas y aventuras, y Clara aprendió que no todos los monstruos son aterradores; algunos son amigos que solo quieren ser escuchados y cuidados.

Timo se convirtió en parte de la comunidad, y todos los niños sabían que podían contar con él si alguna vez se perdían. La leyenda del monstruo del bosque se transformó en la historia de amistad y respeto por la naturaleza, y cada vez que los niños iban a jugar al bosque, lo hacían con mucho cuidado y amor.

Y así, el bosque que alguna vez fue temido, ahora era un lugar de juegos y risas, gracias a la valentía de una niña y la bondad de un pequeño monstruo.

FIN.

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