El Monstruo del Bosque Amistoso
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un espeso y misterioso bosque, un monstruo llamado gordon. gordon era enorme, con piel verde y escamosa, ojos grandes y amarillos, y colmillos que asustaban a cualquiera que lo mirara. Pero lo que la gente del pueblo no sabía era que gordon tenía un corazón enorme, lleno de bondad.
Cada vez que alguien cruzaba el bosque, al ver a gordon, gritaba y corría aterrorizado. "¡Es un monstruo!"- decían. "¡No te acerques!"- advertían los más pequeños, asustados por las historias que contaban sus padres.
Pero gordon, a pesar de su aspecto temible, solo quería hacer amigos. Pasaba sus días cuidando de las flores y los árboles del bosque, asegurándose de que todo estuviera en orden. Además, solía ayudar a los animales que vivían allí. Un día, mientras ayudaba a un pequeño pájaro que había caído de su nido, escuchó un grito desgarrador.
"¡Ayuda!"- gritaba una voz que provenía de la parte más profunda del bosque. gordon, sintiendo que alguien estaba en problemas, decidió investigar. Caminó con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible, hasta que llegó a un claro. Allí encontró a un niño del pueblo llamado Lucas, que se había perdido.
"¿Estás bien?"- preguntó gordon con una voz suave.
Lucas, al ver al monstruo, se quedó paralizado y comenzó a temblar. "¡No! ¡No te acerques!"- gritó, cubriendo su cara con sus manos.
"No te haré daño. Me llamo gordon, solo quiero ayudarte. ¿Dónde están tus padres?"-
"No lo sé, me perdí mientras exploraba el bosque..."- respondió Lucas, asustado pero curioso.
gordon, viendo que el niño estaba desorientado, decidió ofrecerle su ayuda. "¿Quieres que te lleve a casa?"- preguntó.
Lucas dudó un momento, pero la bondad en la voz de gordon lo convenció. "De acuerdo, pero tendrás que prometerme que no me comerás"- dijo, temblando un poco.
"¡Prometido!"- respondió gordon con una sonrisa, lo que hizo que su aspecto no pareciera tan aterrador.
Ambos comenzaron a caminar por el bosque. gordon le mostró a Lucas lo hermosos que eran los rincones ocultos del lugar. "Mirá, este es el lago de las ranas, y ahí está la colina de las flores doradas"- dijo con entusiasmo.
Al poco tiempo, Lucas comenzó a perder el miedo. "No eres tan malo, gordon. Te pensé un monstruo, pero pareces un buen amigo"- comentó Lucas.
gordon se sintió muy feliz con esas palabras. Finalmente, encontraron el camino de regreso. Cuando llegaron al borde del pueblo, Lucas vio a sus padres buscándolo con preocupación. "¡Mamá! ¡Papá!"- gritó Lucas, corriendo hacia ellos.
Los padres, al ver a gordon detrás de su hijo, se quedaron paralizados y gritaron "¡Lucas! ¡Aléjate de ese monstruo!"-
"No, papá. Él me ayudó a volver a casa"- explicó Lucas. "gordon no es malo, solo es diferente. Es un buen amigo"- continuó.
Los padres, aunque preocupados, decidieron escuchar a su hijo. "¿De verdad ayudaste a Lucas?"- preguntó la madre, mirando a gordon con cautela.
"Sí, lo prometí. Solo quiero que la gente vea que no soy lo que parecen"- dijo gordon claramente, con la esperanza de que lo entendieran.
Después de un momento de silencio, el padre de Lucas se atrevió a hablar. "Si lo que dices es cierto, gordon, quizás deberíamos conocerte un poco más. Pero debes prometer que nunca harás daño a nadie"- dijo.
gordon asintió con la cabeza. "Lo prometo, solo quiero hacer amigos y ayudar a quienes lo necesiten"-. Con eso, Lucas sonrió y dijo:
"¡Mirá! ¡El monstruo es mi amigo!"-
Poco a poco, la noticia de la amistad de Lucas y gordon se fue esparciendo por el pueblo. Al principio, la gente seguía temerosos, pero después de ver que gordon estaba dispuesto a ayudar a los demás, las cosas cambiaron. Empezaron a invitarlo a eventos en el pueblo y a conocerlo mejor.
Con el tiempo, todos aprendieron que no hay que juzgar a alguien por su apariencia. El bosque se convirtió en un lugar donde los niños iban a jugar con su querido amigo gordon, y el monstruo dejó de ser un desconocido aterrador, convirtiéndose en un héroe del pueblo.
Y así, entre risas y juegos, gordon encontró su lugar en el corazón de todos, demostrando que lo más importante no es cómo se ve alguien, sino quién es en su interior. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.