El Monstruo y el Árbol de Manzanas



Había una vez, en un bosque espeso y verde, un monstruo que la gente del pueblo llamaba Uro. A diferencia de lo que se podría pensar, Uro no era un monstruo aterrador, sino un monstruo muy amable que cuidaba de un tesoro muy especial: un magnífico árbol de manzanas doradas. Sin embargo, muy pocos se atrevían a acercarse al árbol porque creían que Uro era peligroso.

Un día, un niño llamado Tomás decidió aventurarse en el bosque. Tomás era curioso y soñador, con una gran pasión por las manzanas. Siempre soñaba con encontrar una manzana dorada, y había escuchado historias de Uro y su mágico árbol. "¿Y si Uro es un buen monstruo?", pensaba mientras caminaba a través de los árboles.

Cuando Tomás llegó al claro donde crecía el árbol de manzanas, se quedó asombrado. Las manzanas doradas brillaban bajo el sol, y su aroma era irresistible. Sin embargo, Uro estaba sentado al lado del árbol, con su piel verde y peluda, observando con atención a cualquier intruso.

"¡¿Qué haces aquí, niño? !" - gritó Uro, asustando a Tomás.

"Solo vine a ver el árbol, no quería molestarte..." - dijo Tomás, temblando un poco.

Pero Uro se acercó lentamente, y aunque su rostro era un poco aterrador, sus ojos eran bondadosos.

"Los que vienen aquí generalmente quieren robar mis manzanas. ¿Qué te hace diferente?"

"Yo solo quiero una manzana dorada. He oído que son mágicas y cumplen deseos" - respondió Tomás con determinación.

"¿Y qué deseo pedirías?" - preguntó Uro, intrigado.

"Deseo aprender a cultivar frutales para todo el pueblo, y que todos tengan manzanas dulces y jugosas" - dijo el niño, con una sonrisa amplia.

Uro se quedó pensativo.

"No es común que alguien quiera compartir un regalo. ¿Sabías que las manzanas doradas tienen un poder especial?"

"No, ¿cuál es?" - preguntó Tomás, emocionado.

"Cada una de ellas guarda una lección sobre el cuidado y el amor que se le da a la naturaleza" - reveló Uro.

Tomás se sintió aún más fascinado.

"¿Me dejarías aprender de ellas?" - preguntó el niño.

Uro sonrió, y por primera vez, sus ojos brillarían de alegría.

"Si demuestras que puedes cuidar de ellas y aprendes de su magia, una de ellas será tuya" - dijo el monstruo.

Así fue como comenzó la amistad entre Tomás y Uro. Cada día, Tomás venía al bosque, y Uro le enseñaba sobre las manzanas, el cuidado del suelo y la importancia de proteger la naturaleza. Juntos plantaron otros árboles y comenzaron a cuidar de un huerto comunitario.

Los días pasaron, y el pueblo empieza a notar que algo mágico estaba sucediendo. Las manzanas de los árboles de los alrededores se volvían más dulces y jugosas, y los niños del pueblo se acercaban a Tomás y Uro en lugar de tenerle miedo a este peculiar monstruo.

Un día, mientras cuidaban el huerto, Uro le dijo a Tomás:

"Estás listo para tu manzana dorada. Recuerda, cada deseo tiene su precio. ¿Estás dispuesto a seguir cuidando de los árboles y compartir con todos?"

"Sí, Uro. Mi deseo es que todos aprendan a cuidar la naturaleza, para que el bosque y nuestros árboles siempre vivan en armonía" - respondió Tomás, decidido.

Con su respuesta, Uro le entregó una manzana dorada. Al morderla, Tomás sintió cómo el deseo se esparcía por el bosque, y con él, las enseñanzas de amor y cuidado por la naturaleza resplandecieron en el pueblo.

Desde entonces, la gente ya no le temía a Uro. Aprendieron a trabajar juntos, a cuidar de cada planta y árbol, y así el bosque y el pueblo prosperaron, llenándose de deliciosas manzanas. La historia de Tomás y Uro se convirtió en una leyenda, inspirando a muchos a cuidar de la naturaleza y a ser amigos de todos, hasta de los más inesperados como un monstruo del bosque.

FIN.

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