El Mouse Mágico y el Transferidor de Sueños
Había una vez, en un rincón colorido del ciberespacio, un pequeño mouse llamado Morfi. Morfi era un mouse muy curioso y lleno de energía que vivía en la computadora de un niño llamado Tomás. Cada día, Morfi ayudaba a Tomás a explorar el mundo digital, pero había una cosa que le fascinaba especialmente: la función de arrastrar.
Un día, mientras Tomás jugaba con su computadora, Morfi decidió que era hora de hacer algo diferente.
"¡Hola, Tomás! ¿En qué estás trabajando hoy?" - preguntó Morfi animadamente, moviendo su pequeño cursor con gracia.
"Hola, Morfi! Estoy dibujando un paisaje en el Paint, pero necesito mover la nube que dibujé. No puedo, no sé cómo hacer que se mueva", respondió Tomás con una mueca de frustración.
Morfi se iluminó al escuchar eso.
"¡Déjamelo a mí! Solo necesitas usar la función de arrastrar. Es muy fácil."
"¿Arrastrar? ¿Qué es eso?" - preguntó Tomás, mirando a Morfi con curiosidad.
"Permíteme mostrarte. Solo tienes que hacer clic en la nube, mantener el botón apretado y moverla donde quieras" - explicó Morfi entusiasmado.
Tomás decidió probarlo. Hizo clic en la nube y… ¡la movió!"¡Funciona! ¡Es increíble!" - gritó Tomás, lleno de alegría.
Pero en ese momento, surgió un problema. Apareció una ventana emergente con un error.
"¿Qué pasó?" - se preocupó Tomás al ver la pantalla oscurecer.
"Parece que la computadora se está volviendo un poco loca, Tomás. ¡Necesitamos actuar rápido!" - dijo Morfi con determinación.
Tomás y Morfi trabajaron en conjunto para solucionar la falla. Usaron la función de arrastrar para quitar todos los archivos que estaban desordenados y crear espacio en el escritorio. Al arrastrar y soltar todos los íconos, la computadora recuperó su brillo.
"Mirá, funcionó, Morfi! Pero, ¿cómo supiste que podíamos hacer eso?" - preguntó Tomás con una sonrisa.
"Porque el arrastrar no es solo para mover cosas. ¡Es una forma de resolver problemas! A veces, en la vida, tenemos que arrastrar y dejar atrás lo que no sirve, para hacer espacio para cosas nuevas y emocionantes" - explicó Morfi, guiñándole un ojo.
Tomás se sintió inspirado por lo que había aprendido. Desde ese día, siempre que se sentía atascado, recordaba arrastrar y soltar, no solo en la computadora, sino también en su vida. Cambiaba de lugar los muebles de su habitación o arreglaba su lugar de estudio.
Unos días después, Tomás decidió hacer un gran dibujo para el concurso de arte de la escuela.
"Tengo tantas ideas, pero no sé si puedo plasmarlas todas en el dibujo" - murmuraba mientras miraba la hoja en blanco.
Morfi apareció de nuevo.
"¡Usa la función de arrastrar en tu mente! Imagina que puedes mover las ideas de un lugar a otro. Juega con ellas, y verás cómo se unen y cobran vida" - sugirió.
Tomás se quedó pensando.
"¡Eso es brillante, Morfi! Voy a arrastrar mis ideas aquí y allá en mi mente y ver qué surge" - exclamó emocionado.
Y así lo hizo. Tomás combinó colores, formas y temas. Al final, su dibujo fue una explosión de creatividad que sorprendió a todos en la escuela.
Y cuando llegó el día del concurso, su obra fue elegida como la mejor.
"¡Lo logré, Morfi! ¡Gracias a tu gran idea sobre el arrastrar!" - le comentó feliz.
Morfi sonrió, satisfecho.
"Recuerda siempre, Tomás, que a veces solo necesitamos mover las cosas, soltar lo que nos pesa y hacer espacio para lo nuevo. Eso es lo que hace un verdadero creador" - concluyó.
Desde entonces, Tomás y Morfi se volvieron inseparables. Aprendieron juntos que, con un poco de creatividad y el poder de arrastrar, no había límites para lo que podían lograr, ya sea en el ciberespacio o en la vida real.
FIN.