El Móvil Mágico de Tomi



Había una vez un niño llamado Tomi que tenía un celular muy especial. No era un celular cualquiera, era un celular mágico que siempre le decía cosas divertidas y le contaba historias emocionantes. Un día, mientras jugaba en el parque, Tomi se distrajo persiguiendo a su perro, Buji, y su celular se cayó al suelo, rompiéndose toda la pantalla.

"¡Ay no, mi celular!" - exclamó Tomi, mirando con horror la pantalla llena de grietas.

Buji, preocupado, se acercó a su dueño.

"¿Te gustaría que lo cuidara mientras lo arreglan?" - ladró Buji con su voz juguetona.

"No, Buji. Este celular no se puede arreglar..." - contestó Tomi, desanimado.

Mientras Tomi intentaba entender qué hacer, una anciana que pasaba por allí lo miró con una sonrisa.

"¿Qué te pasa, niño?" - preguntó la mujer.

"Se me rompió mi celular mágico..." - respondió Tomi, con lágrimas en los ojos.

La anciana, que se llamaba Doña Clara, se agachó y le dijo:

"A veces las cosas que más queremos se rompen, pero eso no significa que no podamos aprender de ello. ¿Qué tal si intentas ver el lado bueno?"

Tomi la miró con curiosidad.

"¿El lado bueno? ¿Qué podría haber de bueno en esto?"

"Tal vez sea una oportunidad para que descubras otras formas de jugar y divertirte. Puedes encontrar inspiración en las cosas que te rodean, en lugar de depender de tu celular" - sugirió Doña Clara.

Pensando en las palabras de Doña Clara, Tomi se sentó en el banco del parque.

"¿Y cómo hago eso?" - preguntó, un poco esperanzado.

Doña Clara sonrió.

"Mira el parque. Hay muchos niños jugando, hay pájaros volando y flores de colores. Todo tiene una historia que contar. ¿Por qué no te unes a ellos?"

Tomi miró a su alrededor. Había un grupo de niños construyendo una gran fortaleza de arena; otro grupo estaba jugando a la pelota y, lejos, un niño estaba volando un colorido papalote.

"¡Tenés razón, Doña Clara!" - dijo Tomi, sintiéndose más animado.

Se acercó a los niños que estaban construyendo la fortaleza.

"¿Puedo ayudar?" - preguntó.

"¡Claro! ¡Cuantos más seamos, más grande será!" - respondió uno de los niños. Y así, Tomi se unió a la diversión, riéndose y creando una fortaleza que jamás había imaginado.

Después de un rato, sintió que el tiempo pasó volando.

"Esto fue mucho más divertido que estar solo con mi celular. ¡Gracias, Doña Clara!" - dijo Tomi cuando la anciana volvió a verlo.

"Es un placer, querido. Recuerda siempre que a veces lo que parece un problema puede convertirse en una nueva aventura" - respondió Doña Clara antes de irse.

A partir de ese día, Tomi decidió poner su celular a un lado más a menudo. Aprendió a hacer amigos en el parque y a disfrutar de diferentes juegos. El celular quedó en un segundo plano, mientras la imaginación y la diversión al aire libre se convirtieron en su nueva fuente de alegría.

Cada vez que veía su celular roto, en lugar de sentirse triste, Tomi sonreía y recordaba el día en que descubrió que la vida está llena de aventuras, sin necesidad de una pantalla.

Y así, Tomi vivió muchas más historias emocionantes, siempre acompañado de sus amigos y su perro Buji. En cada caída, siempre encontraba una nueva oportunidad para levantarse y explorar el mundo que lo rodeaba.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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