El Mundo al Revés



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Colorete, donde algo mágico estaba a punto de suceder. Mimí, una curiosa niña de siete años, a menudo soñaba con un mundo donde todo fuera diferente. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un libro antiguo que brillaba con luz mágica.

- ¿Qué será esto? - se preguntó Mimí, abriendo el libro con cuidado.

De repente, una ráfaga de viento sopló y, cuando se calmó, ella se dio cuenta de que todo a su alrededor había cambiado. ¡El mundo estaba al revés!

Los árboles crecían hacia abajo desde el cielo, y los pájaros caminaban por el suelo. Mimí decidió explorar este nuevo mundo. Mientras caminaba, se encontró con un loro que llevaba un sombrero de copa y parecía estar organizando una fiesta.

- ¡Bienvenida a la fiesta de los animales, Mimí! - dijo el loro, entretenido.

- Gracias, señor loro. ¿Por qué todo está al revés? - preguntó Mimí, fascinada.

- ¡Claro! Aquí los animales son los que mandan y los humanos son sus amigos. ¡Ven, vamos a bailar! - respondió el loro.

Mimí se unió a la fiesta y vio que los animales estaban haciendo una gran merienda: tortas de flores, jugo de arándano y hasta pasteles de pasto. Adorables ratones danzaban al ritmo de una melodía animada.

Sin embargo, entre toda la fiesta, notó que una pequeña tortuga parecía triste en un rincón.

- ¿Qué te pasa, querida tortuga? - preguntó Mimí.

- No me invitan a bailar, porque creen que soy lenta y no puedo seguir el ritmo - suspiró la tortuga.

Mimí pensó por un momento y sonrió.

- ¡Yo tengo una idea! - dijo, y corrió hacia el loro. - ¿Podemos hacer un concurso de baile donde todos sean incluidos?

- ¡Eso suena divertido! - exclamó el loro, emocionado. - ¡Vamos a organizarlo!

Así, Mimí y el loro comenzaron a organizar el primer concurso de baile inclusivo de Colorete. Todos los animales querían participar, sin importar su forma de bailar. La tortuga se convirtió en la estrella del evento, moviéndose a su propio ritmo mientras todos la animaban.

- ¡Quiero que cada uno muestre su talento! - gritó Mimí, aplaudiendo de emoción.

Los animales comenzaron a presentar sus danzas. El elefante hizo una danza majestuosa, y el gato, con saltos elegantes, hizo reír a todos. Finalmente, la tortuga, con su encantador bailoteo, sacó aplausos y vítores de todos.

- ¡Eres increíble! - dijo Mimí, sonriendo. - Nunca dejes de bailar como eres.

Después de la fiesta, Mimí se despidió de todos los nuevos amigos y volvió a abrir el libro mágico. Un destello de luz la envolvió y, al instante, regresó a su hogar. Se dio cuenta de que la experiencia en el mundo al revés le había enseñado algo muy valioso.

- ¡No importa cómo bailamos! - exclamó Mimí, reflejando sobre la importancia de ser inclusivos y apreciar las diferencias de cada uno.

Desde ese día, Mimí organizó cada sábado una fiesta en su barrio, donde niños y animales podían bailar juntos, aprendiendo a celebrar la diversidad y la alegría de ser ellos mismos. Y así, el pequeño pueblo de Colorete se volvió un lugar lleno de risas, amistad y baile, un mundo mágico donde, aunque no todo estuviera al revés, siempre se respetaban y apreciaban las diferencias.

Y así termina la historia de Mimí, que llevó la magia del mundo al revés a su realidad, recordando a todos que la verdadera alegría se encuentra en la diversidad.

FIN.

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