El Mundo de la Noche Eterna



Era un día soleado en la pequeña ciudad de Villaparaiso, y Ada, una niña curiosa y aventurera, se encontraba jugando en un parque cercano a un viejo pozo. Siempre había escuchado historias sobre lo que había dentro, pero nunca se había atrevido a asomarse. Sin embargo, ese día, la curiosidad pudo más que el miedo y, tras mirar a su alrededor para asegurarse de que Emma y Teo, sus dos mejores amigos, estaban distraídos, decidió saltar dentro.

"- ¡Ada! ¡¿Qué estás haciendo? !" gritó Teo, dándose cuenta de que se estaba acercando al borde del pozo. Pero ya era demasiado tarde. Ada había desaparecido en la oscuridad.

Cuando Ada aterrizó, se encontró en un mundo absolutamente diferente. Allí todo era azul y plateado, iluminado por estrellas que titilaban y un enorme árbol lleno de luciérnagas que volaban alrededor. Pero, ¿por qué nunca amanecía en este lugar?"- ¡Hola! ¡Bienvenida a la Noche Eterna!" dijo una voz suave. Ada se dio vuelta y vio a una niña de cabellos negros y ojos brillantes. "Soy Luma, la guardiana de este mundo. Aquí siempre es de noche porque el Sol se ha perdido."

"- ¿Cómo se perdió el Sol?" preguntó Ada, intrigada pero un poco asustada.

"- Fue robado por los Sombras, unos seres que temen la luz. Están tratando de atrapar a todos los que vienen aquí, porque creen que pueden traer el amanecer de vuelta. Pero, tú puedes ayudar a recuperarlo."

Mientras tanto, Emma y Teo habían visto a Ada desaparecer en el pozo y, sin pensarlo, decidieron seguirla.

"- ¡Ada! ¡¿Dónde estás? !" gritó Emma. El eco de su voz resonó al fondo del pozo.

"- ¡Vamos a buscarla!" añadió Teo, decididos a no rendirse. Saltaron al pozo juntos y, tras un aterrizaje abrupto, se encontraron en el mismo mundo nocturno.

Los tres amigos se reencontraron en un claro del bosque. "- ¡Ada!" exclamaron a la vez, abrazándola.

"- Chicos, tenemos que ayudar a Luma a recuperar el Sol" dijo Ada, emocionada.

"- Pero, ¿cómo vamos a enfrentarnos a las Sombras?" preguntó Teo, un poco asustado.

"- Juntos. La amistad y la luz que llevamos dentro es más poderosa que la oscuridad", respondió Emma con determinación.

Luma sonrió. "- Los Sombras pueden ser derrotados con luz. Tienen miedo de los corazones valientes. Sigamos juntos y busquemos el camino a la Sombra Mayor, su líder."

Así que, armados con su coraje y su amistad, empezaron su aventura. Pasaron por bosques de árboles que susurraban canciones de antaño, cruzaron ríos de aguas brillantes, y enfrentaron a criaturas curiosas que les ayudaron en su camino.

Por cada paso que daban, Ada, Emma y Teo descubrieron que su amistad se volvía más fuerte y que, aunque había miedo y desafíos, nunca dejaron de creer en el poder de la luz que llevaban dentro.

Finalmente, llegaron a una cueva oscura donde la Sombra Mayor parecía esperarles. "- ¿Qué creen que pueden hacer aquí, niñitos?" resonó una voz grave. Era oscuro y frío.

"- Venimos a recuperar el Sol y a traer la luz de vuelta al mundo" respondió Ada, con una voz que temblaba un poco, pero decidida.

"- ¡Eso no sucederá!" gritó la Sombra Mayor, lanzando tentáculos de oscuridad hacia ellos.

Pero, en ese momento, la luz que llevaban dentro cada uno se empezó a brillar. Recuerdos felices, risas y su amor mutuo hicieron que sus corazones se encendieran, iluminando la cueva con una luz brillante que espantó a la Sombra Mayor.

"- ¡No puede ser! ¡La luz!" gritó antes de desvanecerse en el aire. Así, Ada, Emma y Teo habían recuperado la última chispa de luz que faltaba.

Al instante, el Sol volvió a brillar en el cielo, y el mundo de la Noche Eterna empezó a desgajarse en colores vibrantes.

"- ¡Lo hicimos!" exclamó Luma, bailando de alegría. El cielo se iluminó con un amanecer glorioso, llenando el lugar de vida.

La aventura no solo les había enseñado sobre el poder de la luz, sino que también fortaleció la amistad entre ellos. Cuando llegó el momento de regresar, Luma les dio a cada uno una pequeña luciérnaga como recuerdo.

"- Siempre sientan la luz que hay en su interior," dijo Luma, despidiéndose.

Con un salto, los amigos volvieron al pozo, plenos de alegría. Sin duda, habían encontrado el Sol y aprendido que juntos podían vencer cualquier sombra. Y desde entonces, la luz nunca volvió a perderse, ya que sabían que podían encenderla siempre que estuvieran juntos.

FIN.

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