El Mundo de Lila y Toby



Era un día soleado en el barrio de Villa Alegre. Lila, una niña curiosa de diez años, miraba por la ventana mientras su mejor amigo, Toby, un perro salchicha muy travieso, movía la cola emocionado.

"¡Vamos a jugar, Lila!", ladró Toby.

"Espera un momento, Toby. ¿No sería divertido salir a descubrir el mundo?", respondió Lila, con una chispa de aventura en sus ojos.

Con esa idea en mente, Lila y Toby decidieron emprender un viaje por su vecindario. Equipados con una mochila llena de galletitas, agua y un mapa del barrio, salieron de casa.

Al salir, se encontraron con un hermoso parque. En él, muchos niños jugaban y había una enorme variedad de árboles.

"Mirá, Toby, esos son álamos. Y allá hay un sauce llorón. ¡Se ven hermosos!", exclamó Lila.

Toby se acercó al sauce y comenzó a jugar con sus ramas que caían al suelo.

"¡Vamos a tocarlas! Son como cortinas verdes. ¡Parece un teatro!", dijo Lila.

"¡Guau, me encanta el teatro!", ladró Toby, mientras se escondía detrás de una de las ramas.

Después de un rato jugando, decidieron seguir su camino. Mientras caminaban, vieron un grupo de palomas y Lila decidió alimentar a las aves.

"Mirá, Toby, son tan bonitas. ¿Sabías que algunas palomas pueden regresar a casa volando desde muy lejos?", comentó Lila.

"¡Eso es increíble! ¡Como superhéroes de las aves!", ladró Toby, emocionado.

Luego de jugar un rato con las palomas, escucharon un sonido extraño que venía de un arbusto cercano. Lila se acercó suavemente y, para su sorpresa, encontró una tortuga atrapada entre las ramas.

"¡Oh no, pobrecita tortuga! Hay que ayudarla, Toby!", dijo Lila con preocupación.

"¡Sí, la ayudaremos! Todos merecen ser libres!", ladró Toby con determinación.

Con mucho cuidado, Lila y Toby liberaron a la tortuga.

"¡Gracias, pequeños! Soy Tula, la tortuga. Estaba aquí buscando mi camino hacia el lago. Ustedes son muy amables", dijo la tortuga, mientras se alejaba.

"¡Adiós, Tula! Cuídate", respondió Lila mientras le sonreía.

"¡Guau! Ella sabe mucho sobre el agua", ladró Toby, admirado.

Continuando su aventura, Lila y Toby llegaron a un mercado local lleno de colores y olores. Allí conocieron a un anciano que vendía frutas.

"¿Quieres probar una fruta exótica?", les preguntó el anciano.

"¿Qué es eso?", preguntó Lila con curiosidad.

"Esto se llama pitaya, ¡es muy rica y esto es muy bueno!", respondió el vendedor mientras le ofrecía un trozo a Lila.

"¡Yummy! ¡Qué rica!", exclamó Lila.

"Me gustaría probarla, ¿puede?", ladró Toby con expectativa.

"Solo si la tuya es grande, Toby", bromeó el anciano.

Rieron juntos y Lila decidió comprar algunas frutas para llevar a casa.

A medida que se acercaba la tarde, Lila y Toby decidieron que era hora de volver a casa, pero se dieron cuenta de que habían pasado un tiempo maravilloso explorando su mundo.

"¿Sabés qué, Toby? No necesitamos ir a un lugar lejano para descubrir cosas nuevas. ¡Nuestro barrio es un lugar mágico!", dijo Lila emocionada.

"Totalmente de acuerdo. ¡Aventura siempre está en nuestro alrededor!", ladró Toby, con la cola moviendo felizmente.

De camino a casa, Lila y Toby reflexionaron sobre todo lo que habían aprendido y las nuevas amistades que habían hecho en un solo día. A partir de ahora, decidieron que cada semana sería un nuevo día de descubrimiento.

Cuando llegaron a casa, Lila le dio un abrazo a Toby.

"Gracias por ser mi mejor amigo. Prometo que exploraremos más juntos", dijo.

"¡Guau! ¡No puedo esperar!", respondió Toby, feliz de tener a Lila a su lado.

Y así, Lila y Toby aprendieron que, en su propia vecindad, siempre había algo nuevo por descubrir y amigos por hacer, simplemente si se atrevían a salir de casa y mirar alrededor.

Desde ese día, cada aventura se convirtió en una oportunidad para aprender y crecer juntos. Y en su corazones, siempre sabrían que el verdadero mundo empieza en su propia puerta.

FIN.

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