El Mundo de los Sueños de Jung Suk



En un pequeño pueblo de Argentina, vivía un chico llamado Jung Suk. A simple vista, era un chico normal, pero había algo especial en él: su imaginación.

Jung Suk iba a la preparatoria, donde las cosas no eran tan fáciles para él. En su escuela, unos compañeros lo molestaban todos los días, burlándose de su forma de vestir y de su origen. Él se sentía solo y triste, pero había un momento en el que todo cambiaba: cuando cerraba los ojos y se sumergía en sus sueños.

Cada noche, Jung Suk se trasladaba a un mundo mágico. En este mundo, podía volar sobre nubes de algodón, hablar con animales que entendían su dolor y ser el héroe de su propia historia.

Una noche, mientras volaba en su sueño, se encontró con un pájaro azul que lo observaba con curiosidad.

"Hola, ¿por qué estás tan triste?" - preguntó el pájaro.

"Porque en la escuela me hacen bullying, y no sé cómo detenerlo" - respondió Jung Suk con un suspiro.

"Tienes que encontrar tu fuerza interior. Todos tienen un poder especial, incluye el tuyo. Solo tienes que descubrirlo" - dijo el pájaro, volando alrededor de Jung Suk.

Siguió soñando con el pájaro, y al día siguiente, decidió que no iba a dejar que los demás lo lastimaran más. A pesar del miedo, en la escuela se trató de ser más valiente.

Un chico, llamado Mateo, que a menudo se burlaba de él, lo encontró un día en el pasillo.

"¿Qué te pasa, Jung Suk? ¿Nadie te quiere?" - se rió Mateo.

Sin embargo, esta vez Jung Suk respondió.

"No quiero ser tu víctima. Estoy aquí y soy especial, como tú y los demás" - dijo con voz firme.

Mateo se sorprendió por la respuesta. Auténticamente, por un momento, sintió curiosidad en lugar de burla. Pero no todo fue fácil. A veces, los insultos dolían más que otras. Jung Suk regresaba a casa sintiéndose derrotado.

Al cada noche, nuevamente cerraba los ojos, y el pájaro azul lo esperaba.

"¿Y? ¿Lograste encontrar tu poder?" - preguntó el pájaro.

"No sé… a veces me siento fuerte y a veces débil" - confesó Jung Suk.

"Recuerda, aceptar tus sentimientos es parte del viaje. No tienes que ser fuerte todo el tiempo" - le respondió el pájaro.

Animado por la sabiduría del pájaro, Jung Suk empezó a escribir su propia historia en un cuaderno. Sus sueños comenzaron a influir en la manera que veía el mundo. Cada página era un nuevo día, una nueva aventura. Con el tiempo, las historias de sus sueños comenzaron a tomar forma y poder.

Un día, decidió compartir algunos de sus relatos con su clase. La profesora lootava los cuentos haciéndolos leídos por todos.

"Esto es precioso, Jung Suk. Gracias por compartirlo con nosotros" - dijo su maestra con una sonrisa.

Los compañeros quedaron atónitos ante su creatividad y su mundo. Ya no lo veían solo como un chico de sueños, sino como un creador de historias.

Desde ese día, muchas cosas cambiaron. Algunos de los que antes lo molestaban, empezaron a acercarse.

"¡Me encanta tu historia! ¿Puedo leer más?" - le preguntó Mateo.

Con ese gesto, Jung Suk entendió que había comenzado a cambiar su narrativa. No se llamaba a sí mismo víctima. Era un creadores de mundos e historias.

Pasaron los días, y Jung Suk siguió creciendo. Las historias que creaba en sus sueños empezaron a ayudar no solo a él, sino también a sus compañeros. Cuando alguien se sentía triste, las historias de Jung Suk les ofrecían consuelo. Los cuentos compartidos, incluso se publicaron en su escuela con pequeños libros.

"¡Jung Suk, eres un verdadero héroe! No solo en tus sueños, sino aquí también!" - exclamó uno de sus compañeros en una reunión escolar.

Así, Jung Suk transformó su dolor en arte y ayudó a convertir su escuela en un lugar amable y solidario. Los sueños de un chico solitario demostraron a todos que ser especial significa tener la valentía de ser uno mismo, disfrutar de los propios sueños y, sobre todo, compartirlos con los demás.

Y así, cada noche, al cerrarse los ojos, Jung Suk no solo volaba en sus sueños, sino también volaba en la vida. Con el pájaro azul acompañándolo, siempre listo para mostrarle su fuerza cada vez que adentraba en su imaginación.

Esa era la magia de Jung Suk: la capacidad de convertir cada lágrima en risa y cada sombra en luz.

Y aunque los días no siempre serían perfectos, sabía que siempre tendría su mundo de sueños donde podía ser quien realmente deseaba ser.

Así despertaban sus días.

Fin.

FIN.

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