El mundo de Mateo
En un pequeño pueblo de Argentina, vivía un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy especial, ya que tenía TEA, lo que a veces hacía que su forma de comunicarse y comportarse fuera diferente a la de los demás.
A pesar de esto, Mateo tenía una maestra llamada Sofía, que lo ayudaba todos los días a integrarse en el grupo de sus amigos y a realizar las actividades del aula junto a sus compañeros.
Sofía entendía que Mateo era único y especial, y estaba decidida a ayudarlo a brillar. En el aula, Mateo se sentía a veces abrumado por los ruidos y las luces, pero Sofía siempre estaba ahí para calmarlo y ayudarlo a sentirse seguro.
Un día, la maestra propuso a los niños un proyecto para hacer un jardín en la escuela. Todos estaban emocionados con la idea, pero Mateo se mostraba inseguro. "No estoy seguro de poder participar en el proyecto, maestra", dijo Mateo con voz temblorosa.
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Sofía se arrodilló a su lado y le sonrió con cariño. "Claro que puedes, Mateo. Tú también puedes ser parte de esto. Trabajaremos juntos y todo saldrá bien", le aseguró.
Con el apoyo de la maestra, Mateo comenzó a participar en las actividades del proyecto. Poco a poco, fue tomando confianza y disfrutando de trabajar junto a sus amigos. Sofía siempre estaba cerca, mostrándole paciencia y amor. El día de la presentación del jardín llegó, y todos estaban emocionados.
Los padres, maestros y otros niños se reunieron para ver el hermoso jardín que habían creado. Mateo estaba ansioso, pero cuando llegó su turno de presentar su parte del jardín, se sintió fuerte y seguro.
Habló con entusiasmo sobre las plantas y flores que había cuidado, y todos lo escucharon con admiración. Finalmente, el jardín fue un éxito rotundo, y Mateo se sentía feliz y orgulloso de haber formado parte de algo tan especial.
Desde ese día, Mateo siguió creciendo y superando desafíos, siempre con la ayuda amorosa y comprensiva de su maestra Sofía. En su mundo, Mateo aprendió que con amor, paciencia y apoyo, todos podían brillar, sin importar las diferencias.
FIN.