El mundo de Mateo



En un hermoso pueblo, vivía un niño llamado Mateo. Mateo era muy especial, ya que veía el mundo de una manera diferente. A veces, tapaba su boca con las manos, gritaba, hacía sonidos y saltaba de alegría sin razón aparente.

A Mateo le encantaba abrazar a las personas y ver para todos lados con curiosidad. Lo más sorprendente es que no hablaba, pero se comunicaba haciendo gestos o imitando las acciones de los demás.

En la escuela, sus compañeros a veces no entendían por qué Mateo hacía cosas diferentes, pero la maestra les explicaba que todos somos únicos y especiales a nuestra manera. Un día, la maestra organizó un juego en el que todos debían imitar a alguien más.

Mateo, con su increíble habilidad para imitar, se convirtió en el centro de la diversión.

Los niños se dieron cuenta de lo especial que era Mateo y descubrieron que, aunque su manera de comunicarse era diferente, él era igual de divertido, cariñoso y valioso que todos ellos. Así, aprendieron a aceptar y valorar la singularidad de Mateo.

Desde ese día, Mateo se convirtió en el mejor amigo de todos, enseñándoles que la verdadera magia está en la diversidad y en la forma en que cada uno ve el mundo. Y así, juntos vivieron muchas aventuras, siempre celebrando la maravillosa diversidad que los hacía únicos e especiales.

FIN.

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