El mundo ideal en nuestra escuela



En la escuela San Martín, todo era perfecto. Los alumnos disfrutaban de un ambiente seguro, divertido y educativo. Ana era la maestra más querida, siempre dispuesta a ayudar a sus alumnos.

Por otro lado, Lucas, el niño travieso, siempre trataba de tirar abajo esa perfección. Un día, la escuela organizó un concurso de arte, y todos los niños estaban entusiasmados.

- ¡Hoy es el gran día del concurso de arte! - anunció la maestra Ana con entusiasmo - ¡Vamos a mostrar nuestros talentos y creatividad! - ¡Qué aburrimiento! No me interesa participar en eso - refunfuñó Lucas, con una expresión desafiante. Durante el concurso, todos los niños se esforzaron por hacer sus mejores obras de arte.

Ana los alentaba y el ambiente estaba lleno de entusiasmo. Mientras tanto, Lucas se burlaba de los cuadros de sus compañeros. - ¡Ja! ¡Qué cuadro más feo! - se reía Lucas, señalando una pintura. Los demás niños lo miraban con tristeza.

Sin embargo, la maestra Ana se acercó a Lucas con una sonrisa. - Lucas, entiendo que tal vez no te guste el arte, pero recuerda que todos tenemos talentos diferentes. Es importante respetar el esfuerzo y la creatividad de los demás.

Al escuchar las palabras de la maestra, Lucas reflexionó sobre su actitud. Decidió participar en el concurso y, aunque le costó al principio, se esforzó por hacer lo mejor que pudiera.

Al final, la obra de Lucas resultó increíble, y todos en la escuela lo elogiaron. Desde ese día, Lucas aprendió a respetar los talentos de sus compañeros, y la escuela San Martín se convirtió en un lugar aún más maravilloso.

FIN.

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