El Mundo Imaginario de Sofía



Sofía era una niña de diez años que vivía con sus padres en un barrio tranquilo. Desde muy pequeña, sus papás habían sido muy estrictos. "Sofía, estudia primero, juega después"-, le decían con frecuencia. Sofía entendía que sus padres solo querían lo mejor para ella, pero a veces sentía que se perdía de muchas cosas divertidas.

Un día, mientras jugaba solita en el parque cercano, Sofía oyó una risa alegre. Decidió seguir el sonido y encontró a una niña muy pequeña, de apenas dos años y cinco meses. La niña se llamaba Lila y estaba jugando con un montón de hojas que había caído de los árboles. "¡Hola!"-, dijo Sofía, sonriendo. Lila levantó la mirada y respondió con carcajadas, "¡Mira lo que hago!"- y comenzó a lanzar las hojas al aire, llenando el aire de colores.

Sofía se quedó encantada. "Eso se ve muy divertido. ¡Puedo jugar también!"-, le dijo. Las dos comenzaron a jugar juntas, riendo y lanzando hojas. Sofía no podía recordar la última vez que se había sentido tan feliz. Aunque Lila era pequeña, tenía una energía que iluminaba todo a su alrededor.

A medida que jugaban, Sofía notó cómo la estricta rutina de su vida se desvanecía. "¿Por qué no jugás más a menudo?"-, preguntó Lila, mientras arrojaba una hoja al viento. Sofía miró hacia abajo, pensativa. "Mis papás dicen que tengo que estudiar y ser responsable"-, susurró. Pero algo en la forma en que Lila sonrió la hizo sentir que quizás había espacio para un poco de diversión.

Los días pasaron y Sofía empezó a encontrar excusas para ir al parque, donde Lila siempre estaba esperándola con su energía contagiosa. "¿Vamos a hacer una casa en el parque?"-, propuso un día. Sofía fue sorprendida, "¿Una casa? ¿Cómo?"-. Pero Lila ya había comenzado a recolectar ramas y hojas. Juntas, empezaron a construir su pequeña casa, riendo y creando historias sobre lo que pasaría si vivieran allí.

Un día, mientras pasaban la tarde jugando, Lila miró a Sofía con seriedad y le preguntó: "¿Por qué no puedes tener un poco de diversión?"-. Sofía dudó, pensando en sus papás. Pero entonces Lila continuó, "A veces divertirse también es importante"-. Sofía sintió que algo en su corazón cambiaba.

Finalmente, llevó a Lila a su casa un día, y la pequeña hizo algo que nunca había hecho. Fue a hablar con sus padres. "Yo quiero jugar y aprender y ser feliz"-, dijo Lila con su voz dulce. Sofía observó, nerviosa, pero sus padres sonrieron ante la sinceridad de la pequeña. "Está bien, Sofía, podemos encontrar tiempo para disfrutar también. Todo equilibrio es importante"-, dijeron con amabilidad. Sofía sintió una inmensa alegría; sus papás la comprendían.

A partir de ese día, Sofía aprendió a equilibrar sus estudios y momentos de diversión, gracias a su mejor amiga Lila. Juntas seguían creando historias, jugando en el parque y riendo, llenando su mundo de aventuras y magia. Sofía comprendió que era posible ser responsable y al mismo tiempo disfrutar de la vida.

Y así, Sofía y Lila demostraron que incluso en un mundo de reglas, siempre hay espacio para la diversión y la amistad. Al final, Sofía descubrió que a veces, una pequeña chispa de alegría puede iluminar el camino hacia el equilibrio ideal entre estudiar y jugar.

FIN.

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