El Mundo Invertido
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Inversia, donde todo funcionaba al revés. En este lugar mágico, las nubes flotaban hacia abajo mientras los pájaros nadaban en los ríos. Los niños iban a la escuela en bicicleta en vez de caminar, y las verduras crecían en la cima de los árboles.
Un día, un curioso niño llamado Lucas decidió explorar más allá de su pueblo. Montado en su bicicleta, llevó consigo a su mejor amiga, Sofía. Ellos querían descubrir qué había fuera de Inversia. Mientras pedaleaban, un rayo de luz brillante apareció y de repente, ¡se encontraron en un lugar totalmente diferente!"¡Nos hemos perdido!", exclamó Lucas, mirando a su alrededor.
"No, no estamos perdidos; ¡estamos en el Mundo Normal!", respondió Sofía, sorprendida.
El Mundo Normal se parecía mucho al de Inversia, pero había algunas diferencias notables. Aquí, las nubes estaban en el cielo y los pájaros volaban alto. Todo estaba en su lugar. Aunque al principio se sintieron desubicados, Lucas y Sofía decidieron que tenían que explorar este nuevo mundo.
Mientras caminaban, se encontraron con una niña llamada Clara, que se estaba quejando de que le costaba llegar al árbol de sus sueños, que tenía frutas mágicas.
"¿Por qué no subís al árbol?", preguntó Lucas entusiasmado.
"Es que tengo miedo de caer", lamentó Clara.
Sofía, siempre optimista, dijo:
"Nosotros podemos ayudarte! En Inversia, siempre tratamos de enfrentar nuestros miedos. ¡Vamos!"
Con mucho cuidado, los tres se acercaron al árbol. Con palabras de aliento y apoyo, Clara subió un poco y, cuando se dio cuenta de que no era tan difícil como pensaba, empezó a disfrutar de la vista desde arriba.
"¡Miren! ¡Es precioso desde aquí!", gritó entusiasmada.
Los tres amigos comenzaron a reír y a compartir sus aventuras. Suchas eran las historias y risas que comenzaron a atraer la atención de otros niños en el Mundo Normal, quienes se unieron a ellos en la base del árbol. Pero de repente, sucedió algo inesperado: un fuerte viento sopló y agitados, todos comenzaron a desear regresar a Inversia.
"¡Quiero irme a casa!" gritó Lucas, asustado.
"Yo también, esto es muy extraño!" replicó Sofía.
"¡Yo quiero las nubes que flotan hacia abajo!", se quejaron los otros niños.
Fue entonces cuando Clara, reflexionando, comentó:
"Pero, ¿acaso no hay cosas buenas aquí? Aprendí a no tener miedo de los árboles; además, están nuestros amigos. ¡No debemos olvidarnos de lo divertido que es jugar juntos!"
Lucas y Sofía se miraron y se dieron cuenta de que Clara tenía razón. Habían pasado momentos inolvidables y no querían que terminaran solo porque querían volver a casa.
"¿Qué tal si combinamos lo mejor de ambos mundos?", propuso Lucas.
"¡Sí!" gritaron todos.
Así que, con esa idea, los niños decidieron crear un lugar especial donde pudieran estar las nubes flotantes y donde los pájaros pudieran nadar. Bajo la guía de Clara, comenzando a trabajar juntos, recolectaron ramas, hojas, flores y, con mucho esfuerzo, construyeron un espacio donde todos podían compartir su magia.
Y así, nació el Jardín Inverso, un lugar de risas, juegos y amistad, donde se unieron lo mejor de Inversia y el Mundo Normal.
Cuando llegó el momento de volver a sus hogares, Lucas y Sofía no se sintieron tristes. Sabían que, aunque cada mundo era diferente, la amistad lo hacía parecer uno solo, en donde siempre podían encontrarse.
"¡Nos vemos en el Jardín Inverso!" fueron sus palabras de despedida, resonando felices en el aire.
Y así, se dieron cuenta de que no importaba si era un mundo invertido o no, lo que realmente importaba eran las amistades y las aventuras que podían compartir.
Desde entonces, cada vez que veían las nubes en el cielo, recordaban su valiente aventura y la importancia de enfrentar sus miedos juntos.
FIN.