El Mundo Invertido de Lila
En un pequeño pueblo llamado Colortierra, Lila era una niña muy curiosa. Siempre se hacía muchas preguntas sobre el mundo y sus maravillas. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró un extraño espejo que reflejaba una imagen diferente, un mundo totalmente invertido.
- ¡Wow! ¿Qué es esto? - exclamó Lila, maravillada.
- ¡Hola! - dijo un pato que salía del espejo. - Soy Pipo, el guardián del mundo invertido. ¡Ven, te mostraré todo lo que aquí sucede!
Con un paso tímido, Lila atravesó el espejo. Al otro lado, se encontró con un paisaje sorprendente donde el cielo era de color verde y las plantas hablaban como personas.
- ¡Bienvenida, Lila! - gritó una flor amarilla. - Aquí, todo es al revés. En lugar de caminar, ¡volamos!
- ¿Volamos? - repitió Lila, mientras miraba a su alrededor. - Eso suena divertido.
Pipo le explicó que en el mundo invertido, los animales llevaban a los humanos a pasear, y ellos solo podían hacer lo que los animales les indicaban. Lila sintió una mueca en su rostro, ya que en su mundo, ella siempre estaba al mando.
- ¡Vamos a la montaña de caramelos! - propuso Pipo, volando hacia un camino hecho de dulces.
- ¡Sí! - exclamó Lila, y comenzó a seguirlo mientras hacía equilibrio en el camino.
En la montaña de caramelos, todos los animales estaban disfrutando de un banquete colorido, pero Lila notó que los dulces parecían desaparecer.
- ¿Dónde van todos los caramelos? - preguntó curiosa.
- ¡No lo sé! - respondió un conejo mientras mordía dudoso un caramelo. - En este mundo no podemos hablar mucho, solo disfrutar de la comida.
Lila sintió que algo no estaba bien. Recordó a las flores amargas que le habían contado cómo en su hogar los humanos cuidaban la naturaleza y respetaban el ciclo de la vida. Ella decidió que era hora de actuar.
- ¡Podemos ayudarlos! - lanzó Lila llena de determinación. - Si combinamos nuestras habilidades, podemos cuidar el mundo juntos.
- ¿Cómo? - preguntó Pipo al borde de la curiosidad.
Lila comenzó a pensar en una estrategia. Reunió a las flores, los animales y a Pipo:
- Si volamos en dirección a la fuente de caramelos, tal vez podamos descubrir qué está ocurriendo.
- ¡Sí! - acordaron todos emocionados.
Con el plan en marcha, Lila condujo al grupo al lugar que parecía atraer los caramelos. Y así, llegaron a una gran máquina que generaba dulces, pero que también estaba chupando toda la energía de la montaña. Las criaturas estaban tan distraídas disfrutando que no se dieron cuenta del daño que causaban.
- ¡Detengan esto! - gritó Lila. - Si seguimos así, la montaña de caramelos desaparecerá.
Las criaturas comenzaron a reaccionar y, con el liderazgo de Lila, trabajaron en equipo.
- ¡Paremos la máquina! - dijo Pipo, mientras comenzaba a volar circundando la máquina vacía.
- ¡Súbanse sobre mí! - gritó el conejo, iniciando una carrera en círculo.
Con la ayuda de todos, lograron desconectar la máquina, y al instante, todos los caramelos fueron devueltos a la montaña.
- ¡Lo logramos! - exclamó Lila.
- Gracias a vos, Lila, hemos aprendido algo muy importante - dijo el pato. - A veces no vemos lo que tenemos hasta que alguien nos lo recuerda.
Lila sonrió, feliz de haber ayudado a sus nuevos amigos y de aprender que en cualquier mundo, cuidar de nuestro entorno es fundamental.
Finalmente, era hora de regresar a casa.
- ¡No te olvides de nosotros! - gritaron todos al despedirse.
- Nunca lo haré - respondió Lila, mientras cruzaba de nuevo el espejo.
Al salir del espejo, Lila se dio cuenta de que los colores de su propia tierra eran aún más brillantes. Desde entonces, decidió compartir su nueva historia con todos los del pueblo, para inspirarlos a cuidar y valorar su hogar.
- ¡El mundo puede ser increíble si lo cuidamos juntos! - concluyó Lila, llena de determinación y alegría.
Y así, Colortierra se llenó de alegría y unión, recordando siempre la amistad del mundo invertido.
FIN.