El Mundo Mágico de Colores de Lía



En un pequeño pueblo llamado Coloresia, vivía una niña llamada Lía. A diferencia de los demás niños, Lía nunca había visto los colores. Su mundo era gris y monótono, y ella siempre se preguntaba cómo sería ver un cielo azul o un campo verde.

Un día, mientras caminaba por el parque, Lía tropezó con una piedra que brillaba como el sol. "¿Qué es esto?"- se preguntó intrigada. Cuando la levantó, la piedra emitió una luz que iluminó todo a su alrededor. De repente, un arco iris de colores llenó el cielo. Lía estaba maravillada.

"¡Mirá!"- dijo su amiga Sofía, que pasaba por allí. "¡Puedo ver los colores!"- Lía no podía creerlo. Sofía, con una sonrisa en su rostro, le explicó: "Cuando tocas la piedra mágica, los colores de este mundo se revelan. ¡Vamos!"-

Ambas se adentraron en el bosque, donde Lía nunca había estado. A medida que caminaban, la piedra empezó a brillar más fuerte y los colores comenzaron a aparecer: los árboles se volvieron verdes, las flores se pintaron de amarillo, rosa y azul, y el cielo se tornó de un hermoso celeste.

"¡Es asombroso!"- exclamó Lía. "¡Mirá cómo brillan las mariposas!"- Sofía señalo unas mariposas que danzaban entre las flores.

Lía, emocionada, empezó a jugar con los colores, pero de repente, la piedra comenzó a perder su color. "¿Qué está pasando?"- se preocupó Lía. Sofía respondió: "Creo que necesita un poco de amor y alegría, como el que vimos en este lugar. ¡Hay que encontrar algo que la haga feliz!"-

Ambas decidieron organizar una fiesta de colores. Invitaron a todos los habitantes del pueblo. Con risas y juegos, el aire se llenó de alegría. Pintaron flores, llenaron globos de colores y decoraron el parque. La piedra, viendo tanta felicidad, empezó a brillar de nuevo.

La fiesta fue un éxito y Lía se dio cuenta de que el amor y la amistad podían hacer que el mundo fuera mucho más colorido. Sin embargo, justo cuando pensaban que todo estaba bien, un viento fuerte sopló y la piedra se desprendió de las manos de Lía, cayendo en un lago cercano.

"¡No!"- gritó Lía. Pero entonces, una pequeña rana, que había estado observando todo desde su escondite, saltó. "No te preocupes, yo puedo ayudar. Cada uno de nosotros tiene un color especial en su corazón. ¡Solo hay que recordarlo!"-

La rana saltó al lago, donde apareció una luz deslumbrante. Lía y Sofía vieron cómo la magia de los colores comenzaba a resurgir. Con la esperanza rebosante, se unieron a la rana y comenzaron a cantar canciones llenas de alegría. Uno a uno, cada niño, cada adulto y cada criatura del bosque se unió, creando una hermosa melodía que resonó por todo Coloresia.

Finalmente, desde el fondo del lago, la piedra emergió brillando más que nunca. Lía la tomó con cuidado y sonrió. "¡Hicimos mucho ruido y eso la trajo de vuelta!"-

Desde ese día, Lía aprendió que los colores no solo se trataban de ver, sino de sentir. Cada día que pasaba en Coloresia, buscaba nuevas formas de compartir esas experiencias y alegrías con los demás, asegurándose de que nunca más volvieran a vivir en un mundo gris. La piedra mágica les recordaba a todos que el amor, la amistad y la alegría tienen el poder de dar vida a los colores más hermosos.

Y así, Lía descubrió que el verdadero color de su mundo nacía del amor que compartía con los demás, haciéndolo un lugar brillante y especial para vivir.

"¿Qué harás hoy, Lía?"- le preguntó Sofía un día.

"¡Explorar! Hay tantos colores por descubrir..."- dijo Lía sonriendo. Y juntas, siguieron creando su mágico mundo de colores.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!