El Mundo Mágico de la Lupa
Una tarde soleada, Tomás estaba limpiando su habitación cuando encontró una lupa antigua en la esquina de su escritorio. La lupa tenía un brillo especial, y al mirarla de cerca, sintió un cosquilleo en su mano. Curioso, decidió echarle un vistazo.
Cuando se puso la lupa frente a sus ojos, su mundo cambió por completo. Los objetos cotidianos comenzaron a transformarse; una simple caja de lápices se convirtió en una ciudad bulliciosa para unas diminutas criaturas llamadas 'miniaturitas'. Eran seres del tamaño de un dedo que vivían entre los lápices, las gomas de borrar y los trozos de papel.
Tomás apenas podía creer lo que veía. Al caminar por su habitación, descubrió que en el interior de su lámpara se libraba una feroz batalla entre dos clanes de miniaturitas: los Colorín y los Monocromos.
"¡Alto!" - gritó uno de los líderes Colorín, un miniaturita con un sombrero de papel aluminio. "¡No pueden robarnos el brillo de nuestros colores!"
"¡Pero son nuestros!" - replicó el líder Monocromo, una pequeña figura con una capa gris. La tensión era palpable, y Tomás, sintiéndose como un gigante en ese mundo diminuto, decidió intervenir.
"¿Por qué no se sientan y hablan sobre esto?" - sugirió Tomás, inclinándose para verlos mejor. Los miniaturitas se mostraron sorprendidos por su tamaño, pero la curiosidad los llevó a prestarle atención.
Con el paso de los días, Tomás se convirtió en el mediador de las disputas entre ambos clanes. Cada vez que había un problema, les aconsejaba buscar soluciones pacíficas y trabajar juntos. Gracias a sus enseñanzas, los Colorín y los Monocromos decidieron formar una gran alianza.
"¡Haremos un festival de colores!" - anunció la líder Colorín, emocionada.
"Y todos serán bienvenidos, sin importar su color," - agregó el líder Monocromo, sonriendo.
Tomás ayudó a organizar el festival, donde organizaron juegos, canciones y danzas. La habitación de Tomás se llenó de alegría, risas y colores. Pero lo que no sabían era que un grupo de miniaturitas rebeldes del clan Oscuro planeaba sabotear el festival para sembrar el caos.
Cierta noche, mientras Tomás dormía, los miniaturitas del clan Oscuro se infiltraron en la celebración. Cuando Tomás se dio cuenta, corrió hacia ellos.
"¿Por qué están haciendo esto?" - les preguntó confuso.
"Siempre estamos a la sombra de los Colorín y los Monocromos. Es hora de que todos sepamos lo que es vivir en la oscuridad," - contestó el líder del clan Oscuro.
Tomás entendió que no podían obligar a los Oscuros a unirse, pero sí podía ayudarles a encontrar su lugar en el mundo.
"¿Qué tal si les damos a los Oscuros una parte del festival?" - propuso. "Podrían tener su propia sección con juegos únicos para todos!"
Los miniaturitas discutieron y, con el tiempo, acordaron unirse en paz. El día del festival fue un éxito rotundo. Los Colorín, los Monocromos y hasta los Oscuros brillaron en armonía, mostrando lo mejor de cada uno.
Tomás miraba con orgullo cómo todos se unieron, sabiendo que había aportado algo valioso a ese mundo mágico y a su propia vida.
Al finalizar las celebraciones, uno de los miniaturitas se acercó a él y le dijo:
"Gracias por ser nuestro protector, Tomás. Has enseñado a muchos que la verdadera fuerza está en la amistad y la colaboración."
De este modo, Tomás entendió la importancia de ser un buen amigo y el valor de la diversidad. Así, la lupa mágica se convirtió no solo en un portal a otro mundo, sino también en una herramienta para el crecimiento y la unión de diferentes seres.
FIN.