El mundo mágico de Martina


Había una vez en el pueblo de Alegría, dos amigos muy especiales: Tomás y Lucas. Tomás era un niño callado, al que le gustaba observar el mundo desde su rinconcito tranquilo en la escuela.

Lucas, en cambio, era todo lo contrario: siempre alegre, lleno de energía y dispuesto a repartir abrazos a diestra y siniestra.

Un día, mientras Tomás dibujaba en su cuaderno y Lucas jugaba con sus bloques de colores, se acercó Martina, una niña curiosa y parlanchina que quería conocer más sobre ellos. "¡Hola chicos! ¿Qué están haciendo?", preguntó Martina con entusiasmo. Tomás levantó tímidamente la mirada de su dibujo y respondió: "Estoy dibujando un árbol".

Lucas, emocionado por la visita de Martina, exclamó: "¡Hola Martina! Estamos construyendo una casa con bloques". Martina se sentó junto a ellos y comenzaron a charlar. A pesar de ser tan diferentes entre sí, los tres niños encontraron maneras de conectarse y compartir sus mundos únicos.

Tomás les mostraba sus dibujos detallados llenos de colores brillantes que expresaban sus pensamientos más profundos. Lucas les contaba historias inventadas sobre castillos encantados y dragones amigables que sacaban carcajadas a todos.

Los días pasaban volando entre risas, juegos imaginativos y momentos de calma compartidos. La amistad entre Tomás, Lucas y Martina crecía cada vez más fuerte como las raíces de un árbol antiguo.

Un viernes por la tarde, cuando ya se acercaba la hora del recreo en la escuela, Martina propuso algo emocionante:"¿Qué les parece si organizamos una obra de teatro para presentar en el festival escolar? ¡Podemos crear juntos algo increíble!"Tomás dudó por un momento ante la idea de actuar frente a tanta gente desconocida.

Lucas lo miró con ojos brillantes y dijo: "¡Vamos Tomás! Será divertido. Juntos podemos hacerlo". Finalmente, después de mucha práctica e improvisación durante las semanas siguientes, llegó el gran día del festival escolar.

El auditorio estaba repleto de padres orgullosos, profesores sonrientes y compañeros expectantes. Tomás se sentía nervioso mientras esperaba su turno detrás del telón. Lucas le dio un abrazo reconfortante y le dijo al oído: "Confío en ti amigo".

Las luces se atenuaron lentamente antes de que comenzara la función. Al abrirse el telón, los tres amigos salieron al escenario juntos. Tomás tomó aire profundamente recordando las palabras tranquilizadoras de Lucas.

Con cada línea memorizada e improvisación compartida durante la actuación, los corazones del público se llenaban no solo con diversión sino también con emoción pura.

Al finalizar la obra con aplausos estruendosos resonando en el auditorio como olas rompiendo en la orilla del mar; Tomás sintió una mezcla única de alegría y satisfacción invadir su corazón. Después del festival escolar, los tres amigos celebraron juntos comiendo helado bajo el sol dorado que iluminaba Alegría ese día especial.

En ese momento supieron que no importa cuán diferentes sean las personas; cuando hay amor, comprensión respeto mutuo ; todo es posible.

Y así fue como Tomás aprendió a vencer sus miedos gracias al apoyo incondicional Amigos verdaderos como Lucas Y descubrió que dentro suyo había un mundo lleno magia por compartir.

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